miércoles, 5 de agosto de 2020

04/05/2019 Antigua Botica de la Corona.

"Un CSI en la Barcelona de Napoleón
Xavi Casinos
En la esquina de las calles Ataülf con Gignàs hay una farmacia histórica. Actualmente pertenece a Joan Vilaplana, más conocido por su nombre artístico de Joan Isaac, el histórico cantautor catalán, pero en 1802 su propietario era José Antonio Balcells. En la fachada del establecimiento puede leerse en letras metálicas que fue la antigua Botica de la Corona. Es decir, que era uno de los proveedores oficiales de la monarquía española.
Balcells fue un apotecario muy popular en la Barcelona de principios del siglo XIX. Su reputación como científico cobró gran relevancia durante los años en que el ejército de Napoleón controlaba la ciudad. En 1812 tuvo lugar la que se conoce históricamente como la conspiración de los venenos. Un grupo de ciudadanos contrarios a la presencia de los franceses planeó envenenar a la guarnición que había tomado el control de la Ciutadella. Para ello utilizó el pan.
El plan no dio el resultado esperado. Tan solo unos cuantos soldados resultaron intoxicados de gravedad y unos pocos murieron, debido a que el veneno no se mezcló con uniformidad con la masa. Lo que sí habían calculado con precisión los conspiradores era que el veneno no tenía que hacer su efecto con inmediatez, sino pasados un par de días. Para ello, varios boticarios de la ciudad prestaron sus conocimientos a la hora de diseñar la pócima.
Una vez descubierto el envenenamiento, las autoridades designaron a un grupo de expertos para que determinaran qué tipo de sustancia había sido utilizada. Balcells fue uno de ellos. Junto con otros apotecarios militares y civiles analizaron el pan en los laboratorios de la Academia de Ciencias y Artes de Barcelona. La investigación, al más puro estilo del CSI aunque dos siglos atrás, determinó que la intoxicación se debió a un derivado del arsénico.
Más tarde, en 1820, Balcells protagonizó un nuevo hito profesional al fumigar las casas del vecindario con un preparado de arsénico y mercurio para proteger a sus habitantes de una epidemia de fiebre amarilla. Su trayectoria al frente de la histórica botica finaliza en 1823, cuando debe exiliarse de España con el retorno de los absolutistas. Desde entonces, el negocio ha pasado por diversos propietarios, aunque siempre con el prestigio de la Botica de la Corona."

Ver: https://www.lavanguardia.com/local/barcelona/20141126/54420224296/csi-barcelona-napoleon.html

"La farmacia Vilaplana de la Calle Gignàs, situada en lo que fue la parte noble de Ciutat Vella, exhibe con evidente orgullo, un letrero en su fachada que informa que aquella era la antigua Botica de la Corona. Un nombre que nos habla de uno de los establecimientos farmacéuticos más populares de finales del siglo XIX. 
La medicina y la farmacología han evolucionado mucho desde aquellos tiempos en los que los ungüentos milagrosos, cremas infalibles y pócimas mágicas convivían con crece pelos, laxantes caseros y extraños mejunjes sexuales. La publicidad de la época nos habla de las especialidades de la Botica de la Corona, que van del Agua Silvina (tintes para el pelo blanco) a las Pomadas del doctor Selvada (remedios contra las almorranas) hasta su gran especialidad, que la hizo famosa en toda la ciudad, la Pócima que curaba el Mal de Sant Pau, nombre con el que se conocía a la epilepsia. 
El origen del curioso nombre que recibía la enfermedad, parece dar con otra historia barcelonesa. En este caso se remonta a los tiempos en los que la Confraria de Sant Pau organizaba cada 25 de enero una feria-recolecta entre sus socios. Si estos pagaban sus cuotas durante siete años consecutivos conseguían protección divina para ellos y sus hijos contra el mal epiléptico, una enfermedad que en aquel entonces resultaba casi diabólica.
 La Botica de la Corona empezó a decaer con el nuevo siglo, hasta que finalmente desapareció y se convirtió en una farmacia de nuestros días.  Falta confirmar si el nombre del establecimiento aludía a una posible colaboración con la Casa Real, entonces representada por Alfonso XIII, como otros establecimientos de Barcelona, o simplemente era un truco publicitario de la época.

 EDIT: Miquel de la gran Barcelofilia, nos recuerda que el actual propietario de la Farmacia es también otro personaje histórico de la ciudad, en este caso el cantautor de la Nova Canço Joan Isaac, cuyo nombre real es Joan Vilaplana i Comín. Autor entre otras muchas, de canciones como la Margalida, convertida en los setenta, en himno contra la pena de muerte.

Ver: https://vestigiosdebcn.wordpress.com/2013/04/21/la-antigua-botica-de-la-corona-de-la-calle-gignes-y-el-mal-de-sant-pau/
Carrer d’en Gignas 5

Grácias a Aurelia Vicente Labrada  por aportar; 

"Hace un par de años que es Farmacia Rosa Martín Paula. Joan Vilaplana la vendió para dedicarse solo a la música."



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