miércoles, 18 de mayo de 2022

18/03/2021 Dispensario Antituberculoso III: La vivienda del portero

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En los primeros años del siglo XX la tuberculosis era la primera causa de mortalidad en Europa, una enfermedad poco conocida con alto índice de mortalidad, lo que provocó una toma de conciencia política y social del problema e impulsó la investigación y tratamiento de la enfermedad . La Mancomunitat de Catalunya creó el Servicio de asistencia social a los tuberculosos, y la Generalitat republicana dio un fuerte impulso al combate de la enfermedad desde el Departamento de Sanidad y Asistencia Social. Entre 1904 y 1932 se abrieron una docena de dispensarios y sanatorios antituberculosos en Catalunya, siendo el primero el situado en el chaflán del Paseo de San Juan con Diputación, en 1904, al que siguieron el de Les Planes (1906, proyectado por Joan Rubió i Bellver), el de la Travessera de Gràcia (1909), en la Barceloneta (1918), en la calle Radàs (1924), y fuera de Barcelona, ​​en Santa Coloma, Terrassa (Torrebonica), Manresa, Olot y Calafell. La función básica de los Dispensarios antituberculosos era el diagnóstico de la enfermedad a los ciudadanos, así como iniciar un primer tratamiento a todos los enfermos excepto aquellos que por su gravedad o por el avanzado estado de la enfermedad, era aconsejable llevarlos a sanatorios, en zonas establecidas por el Regional Planning de Catalunya de 1932, redactado por los hermanos Rubió i Tudurí por encargo de la Generalitat.

El Dispensario Central Antituberculoso de Barcelona – Sert, Subirana y Torres Clavé, 1934-38

El Dispensario Central Antituberculoso de Barcelona fue construido entre los años 1934 y 1938 en la calle Torres Amat, 8-14, en el barrio del Raval, en terrenos cedidos por la colindante Casa de la Caritat. De todos los que construyó la Generalitat, es éste el que ha pasado a la historia de la arquitectura como la obra más emblemática del racionalismo catalán, el ejemplo más logrado de la nueva arquitectura emanada del famoso CIAM (Congreso Internacional de Architecture Moderne) celebrado en Suiza en junio de 1928.

Permitidme que el contextualice: en 1929 se constituye en Barcelona el GATCPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea) con el objetivo de difundir la nueva arquitectura y el nuevo diseño que desde la Escuela de la Bauhaus, en Alemania, se situaba en la vanguardia de las corrientes europeas. El GATCPAC fue fundado por un grupo de jóvenes e inquietos arquitectos catalanes entre lo que destacaron Josep Lluís Sert, Josep Torres Clavé, Antoni Bonet i Castellana, Raimon Duran i Reynals, Ricardo de Churruca, Germán Rodríguez Arias, Joan Baptista Subirana y Sixte Illescas. Su obra se enmarca dentro de la ortodoxia cultural del racionalismo europeo, si bien aporta una visión propia y genuina que la personaliza, especialmente en cuanto al mantenimiento de una tradición constructiva propia. La arquitectura que se lleva a cabo estos años nada tiene que envidiar a la que se realiza en el vanguardista Europa, a pesar de que —o tal vez por el hecho de que— la generación de los arquitectos del GATCPAC es posterior a la europea, que se inicia en los años 20, y por tanto el panorama de la vanguardia catalana pertenece cronológicamente a una generación posterior.

Además del Dispensario Central Antituberculoso cabe mencionar a modo de ejemplo obras tan significativas como la Casa Bloc (Sert-Subirana-Torres Clavé, 1932 a 1936), el primer conjunto residencial de vivienda asequible de España, totalmente adscrito formal y conceptualmente a las vanguardias europeas. Los edificios de viviendas de la calle Muntaner 342 (Sert-Illescas), Rosselló 36 (Sert), de la Vía Augusta 61 y Paris 193 (Rodríguez Arias), de Padua 96 (Illescas), Camp d'en Vidal y Roger de Llúria 134 (Duran y Reynals) o Diagonal 419 (R. de Churruca). Las viviendas unifamiliares del Coll del Portell 43 (Illescas) o las construidas en el Garraf, hoy irreconocibles (Sert-Torres). En el campo del urbanismo el GATCPAC redacta junto con Le Corbusier un nuevo plan para Barcelona, ​​el llamado Plan Macià, que desarrolla los objetivos de la "Carta de Atenas", basados ​​en la zonificación de la ciudad en ámbitos diferenciados para la vivienda, el ocio y el trabajo, y que incide en la necesidad de sanear la ciudad vieja, una de las grandes preocupaciones de los arquitectos del GATCPAC a la vista de la miseria en que estaba sumida la población del centro histórico.

La nueva arquitectura fue ampliamente secundada por el gobierno de la Generalitat republicana, ya que la formación del GATCPAC coincide —no por casualidad— con la recuperación del autogobierno surgido de la proclamación de la Segunda República Española, el 14 de abril del año 1931. No debemos olvidar el contexto de dificultades económicas que sufría el sector de la construcción a raíz el crack de 1929 que detuvo —o disminuyó considerablemente— la actividad constructora del país, lo que hace aún más encomiable el impulso que la Generalitat dio a la construcción de los equipamientos previstos para satisfacer las necesidades ciudadanas iniciados por la Mancomunidad de Catalunya, especialmente en el campo de la enseñanza y de la sanidad. Todas las iniciativas se truncaron con la pérdida de la guerra: el GATCPAC se disuelve con la muerte o el exilio de la inmensa mayoría de sus arquitectos. El régimen totalitario surgido no hará suya la arquitectura racionalista por "roja" y la ciudad comenzará a llenarse de una arquitectura vacía y monumental, falsamente clásica, que da la espalda otra vez a las tendencias contemporáneas europeas y norteamericanas.

En este contexto la Generalitat planifica la construcción de un dispensario antituberculoso central dentro de su política de socialización hospitalaria. El edificio será encargado a los arquitectos Josep Lluís Sert, Joan Baptista Subirana y Josep Torres Clavé, arquitectos miembros del GATCPAC. El edificio fue proyectado de acuerdo con los postulados racionalistas que permitieran una eficaz distribución de los espacios a partir de la autonomía de la estructura. Buena prueba de esta racionalidad en la distribución espacial es que hoy, 85 años después de ser construido, el edificio sigue cumpliendo la función de centro asistencial sin modificaciones esenciales. No sólo eso, sino que la arquitectura hospitalaria construida a partir de esta primera experiencia adaptará los criterios básicos de este edificio en cuanto a la racionalización de los espacios, distribución de los usos y prioridad para lograr altos niveles de asoleamiento y ventilación. El Dispensario Antituberculoso está considerado hoy en día la obra más importante llevada a cabo por los arquitectos de la nueva arquitectura, ya que sintetiza como ninguna otra edificio los postulados funcionales y las poéticas formales del movimiento racionalista.

El programa funcional del edificio lo formaban las dependencias del dispensario, pero también la sede del Centro de Estudios Tuberculosos, que contaba con laboratorios, enfermerías, biblioteca, sala de archivos y sala de conferencias; y la Sede Social de la Lucha Antituberculosa de Catalunya, que contaba con despachos, la sala del consejo y una sección para la propaganda de la lucha contra la tuberculosis.

El edificio se organiza en dos cuerpos que se articulan en forma de "L" distribuidos alrededor de un patio ajardinado que cierra el recinto por su lado sur, abierto a la luz, con una clara voluntad higienista, manifestada también por la fachada del cuerpo más largo, abierta al patio. Cada cuerpo da respuesta a las necesidades para las que está destinado. Como pone la memoria del proyecto "máximo asoleamiento del edificio y diferenciación específica de los diferentes elementos que lo componen según sea su función". Estos dos cuerpos están unidos por un corredor donde se sitúan los servicios sanitarios y las escaleras. El cuerpo más alargado, con fachada a la calle Torres Amat, ubica en la planta baja los servicios propios del dispensario: reconocimiento médico y diagnóstico, mientras que las plantas altas se destinan a laboratorios, archivo y oficinas administrativas. El cuerpo más pequeño, el oriental, es más complejo en cuanto a distribución y estructura, y más rico espacialmente, pues se sitúa la biblioteca a doble espacio y la sala de conferencias, también a doble espacio, con un anfiteatro y sala de proyecciones, con falso techo parabólico que dota el espacio de una gran riqueza formal. La cubierta del edificio, accesible, estaba destinada a solarium para los enfermos, uso que se complementaba con el jardín de la planta baja. Finalmente un último cuerpo cierra el patio por el sur, es la vivienda del portero, resuelta también a doble altura.

Respecto del sistema constructivo, el edificio está construido con estructura metálica y elementos prefabricados de piedra artificial, carpintería metálica y ladrillos de vidrio (pavés), elementos todavía poco habituales en la arquitectura de la época, pero que denotan la voluntad innovadora de la propuesta: la nueva arquitectura debe emplear en coherencia los nuevos materiales que aporta la tecnología y la industria. Los nuevos materiales confieren nuevos espacios, ya la inversa, los nuevos espacios de la nueva arquitectura se resuelven empleando nuevos materiales. Quiero destacar el uso del ladrillo de vidrio (elaborado a partir de dos piezas de vidrio prensado que se funden a alta temperatura para obtener una sola pieza con el interior vacío), elemento innovador en la construcción —ya que se empieza a fabricar y comercializar los primeros años 30— que se adapta perfectamente al destino del edificio, dado que la acción de la luz solar era considerada como fundamental para la terapia de los enfermos. Es por este motivo que se plantea un edificio con numerosas superficies transparentes o translúcidas, donde no sólo se emplea el vidrio para los "vacíos", puertas y ventanas, sino también para los "llenos"."

Ver: https://laspiedrasdebarcelona.blogspot.com/2014/04/el-dispensario-central-antituberculoso.html

Carrer Torres i Amat, 8 - 14 

Ver en 2016, 2018, 2021(1) y 2021(2)



 


















 

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