"El Dispensario Central Antituberculoso
En los primeros años del siglo XX la tuberculosis era la primera causa
de mortalidad en Europa, una enfermedad poco conocida con alto índice de
mortalidad, lo que provocó una toma de conciencia política y social del
problema e impulsó la investigación y tratamiento de la enfermedad . La
Mancomunitat de Catalunya creó el Servicio de asistencia social a los
tuberculosos, y la Generalitat republicana dio un fuerte impulso al
combate de la enfermedad desde el Departamento de Sanidad y Asistencia
Social. Entre 1904 y 1932 se abrieron una docena de dispensarios y
sanatorios antituberculosos en Catalunya, siendo el primero el situado
en el chaflán del Paseo de San Juan con Diputación, en 1904, al que
siguieron el de Les Planes (1906, proyectado por Joan Rubió i Bellver),
el de la Travessera de Gràcia (1909), en la Barceloneta (1918), en la
calle Radàs (1924), y fuera de Barcelona, en Santa Coloma, Terrassa
(Torrebonica), Manresa, Olot y Calafell. La función básica de los
Dispensarios antituberculosos era el diagnóstico de la enfermedad a los
ciudadanos, así como iniciar un primer tratamiento a todos los enfermos
excepto aquellos que por su gravedad o por el avanzado estado de la
enfermedad, era aconsejable llevarlos a sanatorios, en zonas
establecidas por el Regional Planning de Catalunya de 1932, redactado por los hermanos Rubió i Tudurí por encargo de la Generalitat.
El Dispensario Central Antituberculoso de Barcelona – Sert, Subirana y Torres Clavé, 1934-38
El Dispensario Central Antituberculoso de Barcelona fue construido entre
los años 1934 y 1938 en la calle Torres Amat, 8-14, en el barrio del
Raval, en terrenos cedidos por la colindante Casa de la Caritat. De
todos los que construyó la Generalitat, es éste el que ha pasado a la
historia de la arquitectura como la obra más emblemática del
racionalismo catalán, el ejemplo más logrado de la nueva arquitectura
emanada del famoso CIAM (Congreso Internacional de Architecture Moderne)
celebrado en Suiza en junio de 1928.
Permitidme que el contextualice: en 1929 se constituye en Barcelona el
GATCPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes para el Progreso de
la Arquitectura Contemporánea) con el objetivo de difundir la nueva
arquitectura y el nuevo diseño que desde la Escuela de la Bauhaus, en
Alemania, se situaba en la vanguardia de las corrientes europeas. El
GATCPAC fue fundado por un grupo de jóvenes e inquietos arquitectos
catalanes entre lo que destacaron Josep Lluís Sert, Josep Torres Clavé,
Antoni Bonet i Castellana, Raimon Duran i Reynals, Ricardo de Churruca,
Germán Rodríguez Arias, Joan Baptista Subirana y Sixte Illescas. Su obra
se enmarca dentro de la ortodoxia cultural del racionalismo europeo, si
bien aporta una visión propia y genuina que la personaliza,
especialmente en cuanto al mantenimiento de una tradición constructiva
propia. La arquitectura que se lleva a cabo estos años nada tiene que
envidiar a la que se realiza en el vanguardista Europa, a pesar de que
—o tal vez por el hecho de que— la generación de los arquitectos del
GATCPAC es posterior a la europea, que se inicia en los años 20, y por
tanto el panorama de la vanguardia catalana pertenece cronológicamente a
una generación posterior.
Además del Dispensario Central Antituberculoso cabe mencionar a modo de
ejemplo obras tan significativas como la Casa Bloc (Sert-Subirana-Torres
Clavé, 1932 a 1936), el primer conjunto residencial de vivienda
asequible de España, totalmente adscrito formal y conceptualmente a las
vanguardias europeas. Los edificios de viviendas de la calle Muntaner
342 (Sert-Illescas), Rosselló 36 (Sert), de la Vía Augusta 61 y Paris
193 (Rodríguez Arias), de Padua 96 (Illescas), Camp d'en Vidal y Roger
de Llúria 134 (Duran y Reynals) o Diagonal 419 (R. de Churruca). Las
viviendas unifamiliares del Coll del Portell 43 (Illescas) o las
construidas en el Garraf, hoy irreconocibles (Sert-Torres). En el campo
del urbanismo el GATCPAC redacta junto con Le Corbusier un nuevo plan
para Barcelona, el llamado Plan Macià, que desarrolla los objetivos de
la "Carta de Atenas", basados en la zonificación de la ciudad en
ámbitos diferenciados para la vivienda, el ocio y el trabajo, y que
incide en la necesidad de sanear la ciudad vieja, una de las grandes
preocupaciones de los arquitectos del GATCPAC a la vista de la miseria
en que estaba sumida la población del centro histórico.
La nueva arquitectura fue ampliamente secundada por el gobierno de la
Generalitat republicana, ya que la formación del GATCPAC coincide —no
por casualidad— con la recuperación del autogobierno surgido de la
proclamación de la Segunda República Española, el 14 de abril del año
1931. No debemos olvidar el contexto de dificultades económicas que
sufría el sector de la construcción a raíz el crack de 1929 que
detuvo —o disminuyó considerablemente— la actividad constructora del
país, lo que hace aún más encomiable el impulso que la Generalitat dio a
la construcción de los equipamientos previstos para satisfacer las
necesidades ciudadanas iniciados por la Mancomunidad de Catalunya,
especialmente en el campo de la enseñanza y de la sanidad. Todas las
iniciativas se truncaron con la pérdida de la guerra: el GATCPAC se
disuelve con la muerte o el exilio de la inmensa mayoría de sus
arquitectos. El régimen totalitario surgido no hará suya la arquitectura
racionalista por "roja" y la ciudad comenzará a llenarse de una
arquitectura vacía y monumental, falsamente clásica, que da la espalda
otra vez a las tendencias contemporáneas europeas y norteamericanas.
En este contexto la Generalitat planifica la construcción de un
dispensario antituberculoso central dentro de su política de
socialización hospitalaria. El edificio será encargado a los arquitectos
Josep Lluís Sert, Joan Baptista Subirana y Josep Torres Clavé,
arquitectos miembros del GATCPAC. El edificio fue proyectado de acuerdo
con los postulados racionalistas que permitieran una eficaz distribución
de los espacios a partir de la autonomía de la estructura. Buena prueba
de esta racionalidad en la distribución espacial es que hoy, 85 años
después de ser construido, el edificio sigue cumpliendo la función de
centro asistencial sin modificaciones esenciales. No sólo eso, sino que
la arquitectura hospitalaria construida a partir de esta primera
experiencia adaptará los criterios básicos de este edificio en cuanto a
la racionalización de los espacios, distribución de los usos y prioridad
para lograr altos niveles de asoleamiento y ventilación. El Dispensario
Antituberculoso está considerado hoy en día la obra más importante
llevada a cabo por los arquitectos de la nueva arquitectura, ya que
sintetiza como ninguna otra edificio los postulados funcionales y las
poéticas formales del movimiento racionalista.
El programa funcional del edificio lo formaban las dependencias del
dispensario, pero también la sede del Centro de Estudios Tuberculosos,
que contaba con laboratorios, enfermerías, biblioteca, sala de archivos y
sala de conferencias; y la Sede Social de la Lucha Antituberculosa de
Catalunya, que contaba con despachos, la sala del consejo y una sección
para la propaganda de la lucha contra la tuberculosis.
El edificio se organiza en dos cuerpos que se articulan en forma de "L"
distribuidos alrededor de un patio ajardinado que cierra el recinto por
su lado sur, abierto a la luz, con una clara voluntad higienista,
manifestada también por la fachada del cuerpo más largo, abierta al
patio. Cada cuerpo da respuesta a las necesidades para las que está
destinado. Como pone la memoria del proyecto "máximo asoleamiento del
edificio y diferenciación específica de los diferentes elementos que lo
componen según sea su función". Estos dos cuerpos están unidos por un
corredor donde se sitúan los servicios sanitarios y las escaleras. El
cuerpo más alargado, con fachada a la calle Torres Amat, ubica en la
planta baja los servicios propios del dispensario: reconocimiento médico
y diagnóstico, mientras que las plantas altas se destinan a
laboratorios, archivo y oficinas administrativas. El cuerpo más pequeño,
el oriental, es más complejo en cuanto a distribución y estructura, y
más rico espacialmente, pues se sitúa la biblioteca a doble espacio y la
sala de conferencias, también a doble espacio, con un anfiteatro y sala
de proyecciones, con falso techo parabólico que dota el espacio de una
gran riqueza formal. La cubierta del edificio, accesible, estaba
destinada a solarium para los enfermos, uso que se complementaba con el
jardín de la planta baja. Finalmente un último cuerpo cierra el patio
por el sur, es la vivienda del portero, resuelta también a doble altura.
Respecto del sistema constructivo, el edificio está construido con
estructura metálica y elementos prefabricados de piedra artificial,
carpintería metálica y ladrillos de vidrio (pavés), elementos todavía
poco habituales en la arquitectura de la época, pero que denotan la
voluntad innovadora de la propuesta: la nueva arquitectura debe emplear
en coherencia los nuevos materiales que aporta la tecnología y la
industria. Los nuevos materiales confieren nuevos espacios, ya la
inversa, los nuevos espacios de la nueva arquitectura se resuelven
empleando nuevos materiales. Quiero destacar el uso del ladrillo de
vidrio (elaborado a partir de dos piezas de vidrio prensado que se
funden a alta temperatura para obtener una sola pieza con el interior
vacío), elemento innovador en la construcción —ya que se empieza a
fabricar y comercializar los primeros años 30— que se adapta
perfectamente al destino del edificio, dado que la acción de la luz
solar era considerada como fundamental para la terapia de los enfermos.
Es por este motivo que se plantea un edificio con numerosas superficies
transparentes o translúcidas, donde no sólo se emplea el vidrio para los
"vacíos", puertas y ventanas, sino también para los "llenos"."
Ver: https://laspiedrasdebarcelona.blogspot.com/2014/04/el-dispensario-central-antituberculoso.html
Carrer Torres i Amat, 8 - 14
Ver en 2016, 2018, 2021(1) y 2021(2)
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