"Historia de los Jardines Artigas
Durante los primeros años del siglo XX, Gaudí viajó varias veces a La Pobla de Lillet, una pequeña localidad situada en el Prepirineo de Barcelona, para supervisar las obras del chalet-refugio de Catllaràs, proyectado para albergar a los técnicos que trabajaban en la cercana fábrica de cemento del Clot del Moro, propiedad de Eusebi Güell. Un industrial textil de la zona, Joan Artigas Alart, amigo del mecenas, había quedado cautivado por el Park Güell, en Barcelona, entonces en obras.
En 1902, en una de las visitas de Gaudí a La Pobla de Lillet, Artigas solicitó entrevistarse con el arquitecto y le pidió ideas para ajardinar los terrenos situados detrás de la fábrica de su propiedad, a ambas orillas del río Llobregat. Gaudí aceptó la oferta y en una estancia posterior, en la que se hospedó en la residencia de Artigas, visitó el paraje.
De vuelta a Barcelona, el arquitecto se inspiró en las ideas que estaba aplicando en el Park Güell para diseñar unos bocetos de lo que serían los Jardines Artigas (o Jardines de Can Artigas), que hizo llegar al empresario de La Pobla de Lillet. Además, Gaudí envió a dos albañiles que trabajaban en el parque barcelonés para que iniciaran la obra e instruyeran durante un par de meses a los operarios locales, encargados de continuar las labores cuando aquéllos regresaran a Barcelona.
Artigas murió en 1903, al poco tiempo de iniciarse los trabajos de los Jardines Artigas, que no concluyeron hasta 1910. La muerte de su heredero en 1934, el incendio de la fábrica en 1939 y el traslado de la familia Artigas a Barcelona en los años cincuenta significaron el abandono de esta versión del Park Güell sobre terrenos húmedos, que no fue restaurada hasta 1992.
Homenaje al agua
A diferencia del Park Güell, un jardín seco en el que el agua discurre estrictamente canalizada, los Jardines Artigas de Gaudí son un homenaje al río y a las múltiples fuentes que afluyen en él. Gaudí centró casi todas sus intervenciones en los manantiales y en los puntos que permitían disfrutar de cerca del espectáculo del agua deslizándose con fuerza torrente abajo.
De esta manera, no es de extrañar que el arquitecto Antoni Gaudí diseñara en los Jardines Artigas un recorrido con varias balaustradas sobre el cauce, una glorieta-mirador de tronco cilíndrico y cubierta cónica en lo más alto y dos puentes: uno basado en un original arco quebrado para salvar el notable desnivel entre las dos orillas y otro aguas abajo, muy evocador, adornado con una combinación de arcos de medio punto revestidos de piedra sin desbastar, colocados tanto en paralelo como transversalmente, a modo de pérgola.
Sobriedad cromática de los Jardines Artigas
En contraste con el trencadís que llena de color muchas de sus obras, Gaudí respeta en los Jardines Artigas la sobriedad cromática del valle y el predominio del verde de la vegetación perenne empleando piedra de la misma zona.
El arquitecto combina los cantos más redondeados del lecho del río con los más ásperos de los alrededores. Incluso cuando utiliza cemento de la vecina cantera del Clot del Moro para construir las barandillas de los caminos y las balaustradas, lo hace imitando las formas orgánicas de los troncos de los pinos; e igualmente en piedra proyecta Gaudí las imágenes de los cuatro evangelistas, cuya iconografía –el buey (Lucas), el águila (Juan), el león (Marcos) y el ángel (Mateo), escultura desaparecida tras la Guerra Civil– forma una cruz imaginaria sobre el terreno, en una de las representaciones simbólicas que tanto gustaban al artista."
Ver: https://www.dosde.com/discover/jardines-artigas/
Carrer del Ferrocarril, s/n
Fotos: Adamo Volpe
Gracias por sus aportaciones a: oshiaki Tange
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