"Los bancos revestidos de trozos de mosaico que rodean una plazuela de este jardín llevan inscrita la fecha de 1912. Los respaldos de los bancos se estructuran a partir de unas manchas de colores con formas irregulares, y en su interior hay unas baldosas en forma de círculos, generalmente blancos, que también están en el Park Güell, cuyo trencadís se completó en 1913. La forma es muy parecida en ambos, a partir de un frontal semiparabólico y un respaldo inclinado y cantos redondeados. Pero hay diferencias concretas en los canalones y en la estructura sinusoidal que “refuerzan la hipótesis de que los bancos de la plaza grande del antiguo manicomio podrían ser pruebas y ensayos del banco serpentino del Park Güell que construye casi a continuación”."
Ver: https://www.lavanguardia.com/cultura/20161120/411995895267/el-jardin-gaudiniano-de-sant-boi.html
"Un jardín invisible
Muy cerca de Barcelona, en los jardines del recinto del Parque Sanitario San Juan de Dios de Sant Boi de Llobregat, donde hace cien años se ubicaba el antiguo Manicomio de Sant Boi, se conserva un conjunto arquitectónico modernista que ha llegado a nuestros días prácticamente como una obra desconocida y sin ninguna autoría admitida. Documentación escrita y fotografías recopiladas demuestran que la intervención modernista en los jardines de este recinto fue de gran envergadura, con la construcción, entre 1903 y 1912, de elementos como fuentes, bancos y plazoletas, algunos hoy en día desaparecidos.
El conjunto modernista de los jardines del antiguo Manicomio de Sant Boi contiene elementos arquitectónicos con características formales y contenido simbólico análogos o equivalentes a diferentes partes de algunas de las más importantes obras que el arquitecto Antoni Gaudí estaba construyendo en aquella época. Encontramos aquí, entre otros, una anticipación de los techos de las naves del templo de la Sagrada Familia (1915-1921), la estructura compositiva de la planta de la cripta de la Colonia Güell (1908-1915), aspectos formales de la casa Milà (1906-1912) y la sección y trencadís del banco serpentín del Park Güell (1911-1913).
El conjunto arquitectónico modernista que se ha conservado dentro del recinto del antiguo Manicomio de Sant Boi se edificó sobre un jardín preexistente de estilo inglés, construido en 1903, formado por un lago, caminos y parterres ondulantes. El jardín, orientado al valle del río Llobregat, estaba delimitado por dos avenidas, varios huertos y el muro perimetral del recinto. Esta construcción la configuran tres conjuntos arquitectónicos diferenciados: la Cueva Cascada, construida en 1906, una construcción de rocalla en forma de cueva y montaña coronada por un baldaquín; la Capilla Inundada, construida en 1911, una construcción –también de rocalla– en forma de dragón que contenía la escultura de una Virgen; y la Plaza de los Bancos, construida antes de finalizar el año 1912, conformada por una plaza más grande y otra adyacente más pequeña demarcadas por bancos decorados con trencadís.
La arquitectura de todo este conjunto es, en parte, descuidada, rudimentaria y poco refinada, producto, al parecer, más de una inexperiencia en el procedimiento constructivo que de la voluntad de expresarse de manera ruda; se manifiesta así una espontaneidad que es propia de una obra en la que se está experimentando. Por otro lado, la construcción modernista también presenta elementos de una gran calidad plástica y compositiva, y una vez elaborados los planos, se hace patente que ésta contiene una arquitectura rígidamente proyectada siguiendo un sistema estructural de gran complejidad mecánica y geométrica. En los años en que se estaba edificando esta construcción, el antiguo Manicomio de Sant Boi disponía de talleres donde los enfermos mentales aprendían el oficio de albañil y participaban en las diferentes obras de ampliación y mantenimiento que se realizaban en el centro. Dadas las características del conjunto modernista y la documentación recopilada, se puede pensar que algunos enfermos mentales del centro podrían haber participado en la construcción de este conjunto arquitectónico, siempre siguiendo, sin embargo, las directrices de un complejo proyecto dibujado y dirigido por un arquitecto anónimo. Sobre estos datos planteamos la hipótesis de que éste podría haber sido el propio Gaudí o algún arquitecto muy próximo a su entorno.
■ La utilización del ‘trencadís’
"La ornamentación ha sido, es y será colorida, la naturaleza no nos presenta ningún objeto monótonamente uniforme." Antoni Gaudí
Ante la Capilla inundada se abre una plaza rodeada de bancos revestidos con trencadís que podrían ser el ensayo previo del banco ondulado del Parque Güell. La realización de este «banco de pruebas» la podemos fechar en 1912, según consta inscrito en uno de los bancos, mientras que el trencadís del banco ondulado del Parque Güell se acabó de colocar, según Joan Bassegoda, en 1913. El trencadís de los bancos de la Plaza de los Bancos de Sant Boi, a diferencia del del banco serpentín tan heterogéneo del Parque Güell, está formado por fragmentos de azulejos, principalmente, de colores homogéneos y círculos blancos que contienen una cruz, una Y o una M inscrita; otros círculos, con cruces y M o Y que van girando sobre manchas de colores ya habían sido ensayados por Gaudí y Jujol en la azotea de la Casa Batlló.
Hay muchas similitudes entre
algunas partes de los bancos de Sant Boi y el banco serpentín del
Parque Güell, como la utilización del mismo modelo de azulejo,
fragmentada de forma similar, pero mientras que en el Parque Güell la
paleta cromática es enorme gracias al uso de azulejos con motivos
diversos, en Sant Boi se restringe a seis colores y un solo motivo
floral, transformándose así aquí en una secuencia de colores
demarcados. El lirismo del banco del Parque Güell lo genera la
tensión entre secuencias complejas de colores mezclados y secuencias
claras de colores demarcados, ambos sobreponiendo formas redondeadas
de diferente medida que aportan una composición lineal a la partitura
cromática; en cambio, en el banco de Sant Boi, los colores nunca se
mezclan y los círculos superpuestos siempre tienen el mismo tamaño y
las mismas inscripciones.
Tanto
en Sant Boi (abajo), finalizado en 1912, como en el Parque Güell
(arriba), construido entre 1911 y 1913, encontramos bancos de forma
sinusoidal recubiertos con trencadís, con la parte frontal de la
sección transversal prácticamente equivalente.
Mientras
que en el banco serpentín del Parque Güell la paleta cromática es
enorme, en los bancos de Sant Boi se restringe a 6 colores y un solo
motivo floral, que formalizan una secuencia de colores demarcados.
El banco ondulado del jardín de Sant Boi parece el resultado de un conjunto de pruebas que se ensayaron en los cuatro bancos situados enfrente, cada uno de los cuales adopta soluciones diferentes con respecto a la distribución y medida del trencadís. La medida del trencadís en el asiento del banco ondulado del Parque Güell y las formas elípticas adosadas en el umbral del respaldo corresponden a una de las soluciones intermedias encontradas en Sant Boi.
Uno de los bancos que rodean la Capilla Inundada contiene el dibujo estetizado de un palmón, así como filigranas vegetales que podrían haber inspirado los palmones que aparecen en la parte exterior del banco ondulado del Parque Güell. La parte posterior está formada por un trencadís decorativo homogéneo elaborado con dos colores que recuerdan lo que aparece encima de las ventanas de los pabellones de entrada en el Parque Güell.
En cuanto a la forma del banco, nos encontramos en ambas construcciones una sección prácticamente equivalente, en la que, partiendo de un frontal de forma arqueada o semiparabólica, este se une con el asiento horizontal mediante una pieza cerámica semielíptica. En el banco del Parque Güell, el asiento se une con el respaldo mediante una curva o semiparábola que se abre en dirección en la plaza, delimitada en su parte superior por una pieza cerámica en forma de curva de tres tramos diferenciados o, a veces, en forma semielíptica; a continuación, el respaldo se prolonga formando una sección recta ligeramente inclinada, la cual es coronada por una pieza cerámica en forma de curva de tres tramos diferenciados o, a veces, en forma semielíptica.
En Sant Boi, el asiento forma una sección horizontal que limita con el respaldo por una superficie cóncava que forma un canalón, con agujeros o salientes a los extremos por donde se evacua el agua. El respaldo nace de la forma cóncava del canalón, se prolonga y genera una forma arqueada o semiparabólica que se abre en dirección en la plaza. La parte superior se delimita con una pieza en forma de curva de tres tramos diferenciados o, a veces, semielíptica. Finalmente, el respaldo se prolonga formando una sección recta ligeramente inclinada, la cual es coronada por una pieza en forma de curva de tres tramos diferenciados o, a veces, de forma semielíptica.
Así pues, nos encontramos con dos secciones prácticamente iguales que difieren porque en el banco de Sant Boi se construyó un canalón, situado en la parte del asiento que limita con el respaldo, con una sección sobredimensionada con respecto a la cantidad de agua que debía recoger. Un mismo canalón, que resigue todo el perímetro, se sitúa en la parte posterior del respaldo del banco serpentín del Parque Güell y forma parte de la cornisa de la sala hipóstila, recoge las aguas que se acumulan en el asiento y en el respaldo. Además, mientras que la sección posterior del banco serpentín está diseñada y forma la cornisa de la sala hipóstila, la sección posterior de los bancos de Sant Boi es recta y está mal acabada. No existe, pues, ninguna intención de definir o diseñar una forma, esta se convierte tan solo en la frontera o límite «material» entre los parterres de vegetación y el banco. Todo ello nos lleva a plantear la hipótesis de que en la sección frontal de los bancos de Sant Boi se experimenta con una solución tanto en la sección frontal como en la sección posterior del banco del Parque Güell.
El banco serpentín del Parque Güell dispone de una forma sinusoidal continua acabada en los dos extremos con dos jardineras en forma de macetón-jarrón; no existen, pues, propiamente laterales o testeras. Los bancos de la plaza grande de Sant Boi disponen de unos laterales o testeras, que, en el ámbito del respaldo, no están diseñados ni definidos; tan solo hay un acabado con piedras y azulejos elaborados por los mismos pacientes o por los niños residentes en el centro. En cambio, los laterales o testeras del frontal de estos bancos forman un giro sin aristas.
Una hipótesis que permitiría explicar tantas similitudes sería que los trabajadores que se llevó Jujol para realizar, pacientemente durante meses, el trencadís del banco serpentín del Parque Güell eran los mismos que habían realizado los bancos del jardín de Sant Boi.
■ Una joya del ‘trencadís’ modernista
Podemos referirnos al trencadís de la bóveda del puente sobre el lago de la Cueva Cascada como una de las obras maestras del trencadís modernista. Nos encontramos aquí con un trencadís que es una fuga de azules que solo se podía ver reflejada en el agua existente bajo este. Los fragmentos de azulejo se disolvían –actualmente no hay agua– flotando en la superficie y cada leve oscilación del agua les hacía moverse como si se hubiesen liberado de la piedra. Los reflejos de la gran mancha de trencadís amarillo dispersa entre los azules parecerían reflejar la claridad, de una manera similar a las manchas de luz que pintaban los impresionistas cuando salían a los jardines y campos; y así este trencadís es una nueva versión que parece que transforme las vertiginosas fugas del techo de los pabellones del Parque Güell, tan estructuradas, intensamente gaudinianas, proyectándolas en la naturaleza multiforme.
Un trencadís sobre el agua expresa juntamente la esencia del trencadís y la del agua, quizá también marca una de las irrupciones magmáticas de Jujol, que venía de estudiar hidráulica y motores con Jaume Bayó (1903-1905), para transformar, ya definitivamente, el trencadís gaudiniano. Podemos aquí identificar casi todos los azulejos del puente en los pabellones del Parque Güell; las variaciones básicas de azules están bien representadas en la fachada del pabellón derecho; los amarillos, los verdes y las formas estrelladas también los encontramos en el techo del mismo pabellón, que, igual que el puente de Sant Boi, tiene el trencadís unimodal equigranular, con los fragmentos muy angulosos tendiendo a formar triángulos equiláteros o cuadrados y con la misma dimensión de la junta de cimentación entre ellos.
Subiendo por la Cueva Cascada también encontramos ejemplos de trencadís totalmente decorativo que sigue un programa modernista muy simple. Estos se elaboraron con los mismos azulejos que aparecen en el puente y en el resto de bancos, siendo también construidos el mismo año (1906). La simultaneidad de estilos nos hace entrever el funcionamiento eminentemente didáctico de toda la obra, con los diferentes niveles de participación del arquitecto.
Los años de construcción de la iglesia de la Colonia Güell coinciden con los años de construcción del jardín modernista del antiguo Manicomio de Sant Boi, entre 1903 y 1912; Gaudí hace el trayecto desde Barcelona hasta la Colonia Güell cientos de veces, primero en tren hasta Cornellà y después en tartana pasando por delante del recinto del antiguo manicomio, que dista, aproximadamente, unos quince minutos a pie hasta la colonia. En estos mismos años, muy cerca de la iglesia de la Colonia Güell, se construye, con la posible participación de los enfermos mentales y bajo la dirección de un arquitecto anónimo, un conjunto arquitectónico modernista en los jardines del antiguo Manicomio de Sant Boi. Como hemos visto, esta edificación contiene, bajo la apariencia de una construcción irregular y descuidada, unas construcciones análogas a las de los viaductos del Parque Güell y un conjunto de bancos con una sección y trencadissos finalizados en 1912 que son equivalentes –en algunos aspectos– a los del banco serpentín del Parque Güell, finalizados entre 1912 y 1914 por los arquitectos Antoni Gaudí y Josep Maria Jujol.
David Agulló Galilea. Arquitecte per la Universitat Politècnica de Catalunya, Barcelona.
Daniel Barbé Farré. Geòleg per la Universitat de Barcelona, Barcelona.
Jordi Martí Aladern. Artista plàstic, Barcelona.
© Mètode 65, Primavera 2010.
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