lunes, 6 de febrero de 2023

09/01/2023 Badajoz. Mérida. Teatro romano de Mérida I

"El teatro romano de Mérida es un teatro histórico levantado por la Antigua Roma en la colonia Augusta Emerita, actual Mérida (España). Su creación fue promovida por el cónsul Marco Vipsanio Agripa y, según una fecha inscrita en el propio teatro, su inauguración se produjo hacia los años 16-15 a. C. «Príncipe entre los monumentos emeritenses», como lo denominó el arquitecto José Menéndez-Pidal, el teatro es Patrimonio de la Humanidad desde 1993 como parte del conjunto arqueológico de Mérida.

El teatro ha sufrido varias remodelaciones, la más importante durante el siglo I d. C., cuando se levantó el frente escénico actual, y otra en época de Constantino I, entre los años 333 y 337. El teatro fue abandonado en el siglo IV d. C. tras la oficialización en el Imperio romano de la religión cristiana, que consideraba inmorales las representaciones teatrales. Demolido parcialmente y cubierto de tierra, durante siglos la única parte visible del edificio fueron las gradas superiores, bautizadas por los emeritenses como «Las Siete Sillas». Las excavaciones arqueológicas en el teatro comenzaron en 1910 y su reconstrucción parcial en 1962. Desde 1933 alberga la celebración del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. 

Historia

La construcción de teatros en la Antigua Roma respondía más a intereses políticos que a los gustos del pueblo romano, que prefería acudir al circo a ver carreras de carros y al anfiteatro a ver combates entre gladiadores y animales​ Desde el teatro la autoridad realizaba una eficiente propaganda de ella misma y del modo de vida romano, tanto a través de la majestuosidad del edificio y su decoración como de los mensajes que desde su escenario se podían transmitir. La construcción del teatro emeritense se proyectó junto con la del adyacente anfiteatro en el momento de fundación de la ciudad romana. Varias lápidas inscritas indican que el cónsul Marco Vipsanio Agripa, patronus coloniae, fue el patrocinador de la obra y que ésta se inauguró entre los años 16 y 15 a. C.​ Estos edificios de espectáculos no podían faltar en una colonia romana, creada además con magnificencia para servir de instrumento de romanización.

El uso del edificio durante varios siglos hizo necesarias algunas reformas. Así, en algún momento del siglo I d. C., ya fuera en época de la dinastía Julio-Claudia o de la posterior dinastía Flavia,se levantó el actual frente de escena, que se volvió a reformar entre los años 333 y 337 junto con la vía que rodea el edificio. Debido en gran medida a la implantación oficial del cristianismo en el siglo IV, religión que consideraba inmorales las representaciones teatrales, el edificio dejó de utilizarse y fue abandonado. Con el paso del tiempo algunas de sus partes se derrumbaron y otras se cegaron con tierra. Durante siglos únicamente fue visible la parte superior de su graderío con las bóvedas de los vomitorios hundidos, por lo que los habitantes de la ciudad creyeron ver siete grandes asientos, «Las siete sillas», donde según la leyenda se sentaban otros tantos reyes moros para deliberar sobre el destino de la ciudad. 

Excavación y reconstrucción

El conocimiento de la existencia del teatro emeritense, sorprendentemente, es bastante reciente. A principios del siglo XX, después de muchas centurias de abandono y despojo, todavía el edificio se hallaba cubierto de tierra, sobresaliendo únicamente el hormigón de la summa cavea, llamada «Las siete sillas». En 1910 se iniciaron las excavaciones que dirigió el arqueólogo madrileño José Ramón Mélida. La estructura del teatro apareció desnuda en gran parte, con una cavea desprovista de los sillares de granito que formaban los asientos, las piedras de la scaena tiradas intencionadamente y la fachada posterior, cuyo extremo superior siempre estuvo descubierto, despojada de sus potentes sillares. Sin embargo, el sólido núcleo de opus caementicium ha soportado el tiempo, el abandono y el saqueo hasta nuestros días y ha conservado la estructura básica del complejo.​

Desde 1933 alberga el desarrollo del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, con lo cual recupera su función original y trasciende el mero ornamento. La reconstrucción de la demolida scaena comenzó en 1962 bajo la dirección del arquitecto José Menéndez-Pidal y Álvarez, durante unas intervenciones que también recolocaron parte de los sillares de las gradas, recompuso algunos vomitorios y parte de la columnata del peristilo, partes que nos hacen imaginar el aspecto que el teatro debió tener en origen.

Descripción

La traza y orientación del edificio siguen fielmente las reglas del tratado De architectura de Marco Vitruvio, y responde a un modelo típicamente romano, ya establecido anteriormente en construcciones como el desaparecido Teatro de Pompeyo en Roma y el Teatro de Ostia, que todavía se puede contemplar. El recinto se concibió para acomodar a unos 6000 espectadores y se ubicó junto al anfiteatro lejos del centro de la urbe, en su extremo sudeste, cerca de las murallas, que se levantaban por la zona posterior de ambos edificios.

Gradas y orchestra

El lugar elegido responde a razones topográficas, pues las gradas aprovechan la pendiente natural del cerro de San Albín, algo que sin duda ayudó a economizar esfuerzos y materiales constructivos. Más de la mitad de la cávea (gradas) semicircular del teatro aprovecha la pendiente del cerro,7de modo que su fachada externa apenas tiene desarrollo, si bien hay que tener en cuenta que el nivel de la vía que la rodea se elevó sobre la calzada original en la etapa de Constantino I, como muestran los escalones necesarios para descender a los vomitorios de entrada.

El hemiciclo de la cávea está dividido en tres sectores destinados a diferentes clases sociales. El sector preferente, la ima cavea, es el más próximo a la escena, aunque delante del mismo había otras tres filas de asientos, cubiertas de mármol y con anchura generosa, que estaban reservadas para autoridades políticas, religiosas o militares. Estas tres gradas de honor se delimitan por un pretil de mármol, tras el cual corre un estrecho pasillo, praecintio, en el que se inicia la ima cavea. La parte inferior, en la que se situaban las clases sociales más acomodadas, tiene veintitrés filas de asientos y se subdivide en cinco sectores radiales (cunei) delimitados por escaleras y, a nivel horizontal, por un corredor (praecintio) que lo separa de las graderías superiores. Con una dotación oportuna de pasillos, escalinatas y puertas, el tránsito de espectadores era cómodo y fluido. Seis vomitorios en su parte superior dan acceso a un corredor semicircular cubierto por una bóveda anular que facilita la entrada y salida por dos puertas en sendos extremos. Más arriba, la ima cavea finaliza con un murete, llamado balteus, en el que se abren otros cinco vomitorios que comunican directamente con el exterior y que además marcan el punto de arranque de pequeñas escalerillas, scalae, que enlazan el praecintio ya citado con otro que discurre delante del balteus.​ En la base de esta ima cavea se dispuso una capillita (sacrarium) destinada a las ceremonias del culto imperial.​

Las caveas media y superior (media y summa cavea) poseen cada una cinco filas de asientos, están separadas mediante otro balteus y sustentadas por un complejo sistema de arcos y bóvedas de cañón. El acceso a los mismos se realizaba por una escalinata común en contacto con el exterior, aunque de estos vomitorios tan solo quedan sus huecos sin bóvedas, que dividen las gradas superiores en siete tramos, conocidos popularmente como Las siete sillas y que durante siglos fueron la única parte visible del conjunto teatral. En total, en el exterior trece puertas facilitaban el acceso y evacuación de los asistentes al teatro.​

La orchestra es un espacio semicircular destinado al coro y pavimentado con losas rectangulares de mármoles blancos y azulados​ A esta zona se accede por los parodoi, galerías en ángulo ubicadas en los laterales y que se abren bajo las gradas. Las puertas externas se cubren con arcos de medio punto, conformados por un correcto despiece de dovelas que destacan del paramento del fondo y muestran un esmerado cincelado característico de las construcciones de la ciudad en época augústea. Sobre estas dos puertas se dispusieron inscripciones alusivas a Agripa, realizadas con apliques de bronce ya desaparecidos, como queda patente en los orificios que las sujetaban. Las puertas de los parodoi que dan a la orchestra son adinteladas y también lucen inscripciones referentes a Agripa: «Marco Agripa, hijo de Lucio, cónsul por tercera vez y ejerciendo la potestad tribunicia por tercera vez»"

Ver: https://es.wikipedia.org/wiki/Teatro_romano_de_M%C3%A9rida 

Ver  Teatro romano de Mérida II

 






















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