domingo, 20 de abril de 2025

22/03/2025 Casa Isabel Llorach

"En este lugar había la antigua casa Llorach, construida en 1905 y proyectada por Puig i Cadafalch por encargo de Concepció Dolsa, viuda de Llorach, que fue derribada en los años treinta por su hija Isabel, casi arruinada a causa de su intensa actividad social y cultural. En su solar se construyó, en 1934, un bloque de viviendas diseñado por Rubió i Tudurí en un estilo racionalista que contrasta con la suntuosidad de los edificios vecinos. Isabel Llorach se instaló en las plantas superiores. El arquitecto decidió rescatar cuatro columnas de mármol pórfido de la casa modernista que ubicó en el vestíbulo del nuevo edificio."

Ver: https://www.poblesdecatalunya.cat/element.php?e=11071 

Muntaner, 263









 

"El último vestigio de la modernista Casa Llorach

Un salón de la cultura en Barcelona
El portal de la calle Muntaner 263 conserva cuatro columnas modernistas del palacete que Puig i Cadafalch construyó para Concepció Dolsa, viuda de Llorach, en 1904
Postal de la casa Llorach, de Josep Puig i Cadafalch.

Postal de la Casa Llorach, de Josep Puig i Cadafalch.

Arxiu Municipal de Barcelona

Hoy la Casa Llorach es solo un recuerdo reflejado en memorias y fotografías tintadas en el amarillo del tiempo. En la manzana que ocupó el palacete (el cuadrado formado por las calles Avenir y Travessera de Gràcia y Muntaner y Santaló de Barcelona) no se encuentra recuerdo alguno de la obra que Puig i Cadafalch levantó en 1904… a primera vista. En la discreción del portal del número 263 de la calle Muntaner (el mismo número que señalaba la entrada a la Casa Llorach), frente a los ascensores, cuatro columnas modernistas con motivos florales que sostuvieron uno de los salones de baile del palacete perviven como testigos del paso de los años y de la Barcelona que fue.

Las columnas supervivientes de la casa Llorach en el actual vestíbulo de Muntaner 263.

Las columnas supervivientes de la Casa Llorach en el actual vestíbulo de Muntaner 263.

Javier Dale

Llorach, mecenas vocacional

La importancia de la Casa Llorach en la Barcelona de entreguerras radica en la voluntad culturizante de su ocupante, Isabel Llorach. Heredera tanto del palacete como de una gran parte del patrimonio familiar, Llorach (1874-1954) se convirtió en mecenas y valedora de las artes en una época en la que la inquietud cultural excedía lo meramente estético.

Si bien los jardines de la casa sirvieron de entretenimiento a la burguesía del momento, pronto Llorach cedió su patrimonio y su propio hogar como escenario para la belleza y la cultura. Así, el bailarín Vaslav Nijinsky, el dios del ballet ruso, danzó en los salones de la Casa Llorach en su visita a Barcelona de 1917 para actuar en el Liceu. Una visita que, recordaba su viuda Rómola en Vida de Nijinsky, acabó con el bailarín detenido y liberado gracias a los esfuerzos de Francesc Cambó.

La Casa Llorach, y la generosidad de su propietaria, recibió también la visita de Carlos Gardel, que cantó para un elenco de elegidos en el recinto. Fue en 1928, en los días previos a un viaje a Santander invitado por José Samitier, futbolista del FC Barcelona –del que Gardel era seguidor–, con motivo de la final de la Copa del Rey. Más allá de la Casa Llorach, de aquel viaje surgió una breve pero intensa amistad entre el poeta Rafael Alberti y el cantante argentino. Fruto de aquellos días y de aquellos partidos, Alberti compuso su Oda a Platko, y Gardel regrabó su tango Patadura para incluir en sus versos a diversos jugadores del FC Barcelona. Temps era temps.

Noticia gráfica de una de las fiestas celebradas en los jardines de la casa Llorach.

Noticia gráfica de una de las fiestas celebradas en los jardines de la Casa Llorach.

Arxiu Municipal de Barcelona

Un reportaje de la revista Bellaterra de abril de 1924 permite conocer cómo era la vida en la Casa Llorach, además de aportar las pocas imágenes que se conservan del interior del recinto. En catalán, el texto destaca que “en cuanto al aspecto social, la casa es, sin duda, todavía más conocida. Con frecuencia, las crónicas de sociedad de la prensa reseñan actos que se celebran en sus suntuosos salones. (...) Tés, bailes, fiestas para artistas eminentes que pasan por Barcelona... De estas todavía es reciente la ofrecida a la gentilísima y eminente actriz italiana Vera Vergani [de visita con su iniciativa teatral en Barcelona] y otros elementos principales de la compañía”.

De las reuniones y actividades desarrolladas en la Casa Llorach derivó, en 1929, el Conferentia Club, una iniciativa de Francesc Cambó presidida por Isabel Llorach que tenía como objeto “la promoción de conferencias de cultura”, según recogió La Vanguardia en su edición del 21 de abril del citado año, un club del que el arquitecto y paisajista Nicolau Rubió i Tudurí fue vocal fundador. La iniciativa solo encontró fin con la Guerra Civil, aunque le sobró tiempo para traer a Barcelona a figuras de todas las ramas de la cultura, desde Federico García Lorca o Ramón Gómez de la Serna a Paul Valéry u Ortega y Gasset.

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Isabel Llorach, con Carles Soldevila y André Maurois (centro), en el hotel Ritz para una conferencia organizada por el Conferentia Club, 1936. 

Toda esa actividad de Isabel Llorach, en cualquier caso, tuvo un precio. Un precio meramente monetario: tras el crac del 29, Llorach se vio obligada a elegir entre la casa familiar de Puig i Cadafalch o el mantenimiento de su actividad de mecenazgo. La realidad resuelve la duda: tres décadas después de alzarse en el entonces pueblo de Sant Gervasi, la casa dejó de ser parte del paisaje del barrio del mismo nombre.

Un edificio y tres arquitectos

El derribo de la Casa Llorach en 1934 obedeció a la necesidad económica de la mecenas. El solar en el que se ubicaba el edificio incrementaba de valor conforme Barcelona se expandía hacia el norte, así que Llorach decidió prescindir de la casa, pero sin dejar de vivir en el recinto. En contraste con la suntuosidad modernista, Llorach hizo construir un edificio de seis plantas, de estilo racionalista, en la que ella ocuparía el ático. Aún hoy, el edificio es una rareza al lado de sus vecinos, edificaciones posteriores de corte neoclásico, como la pareja de viviendas del arquitecto Joan Gumà i Cuevas que ocupan los números 265 y 267 de la misma calle de Muntaner.

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Cruce entre las calles Muntaner y Travessera de Gràcia. La casa de la derecha, Can Roses; a la izqda., Casa Llorach. Autor: Josep Domínguez, años 30. 

No obstante, la autoría del edificio del número 263 también tiene su misterio. En distintos documentos de los archivos de la ciudad condal se atribuye a Adolf Florensa cuyo legado en Barcelona puebla la Via Laietana, con edificios como la sede de Foment del Treball o la Casa Cambó. También en documentación del archivo municipal –y en la fachada actual del 263– el mismo edificio se atribuye a Rubió i Tudurí, en asociación con el propio Puig i Cadafalch."

Ver: https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20240407/9587691/ultimo-vestigio-modernista-casa-llorach.html


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