lunes, 8 de agosto de 2022

03/03/2021 Palau Güell XV: El enigmático pintor Aleix Clapés V: Obra expuesta IV: Murales y tapices

"La conexión madrileña de La Pedrera
Secretos del icono modernista
Un proyecto de investigación revela el origen de las pinturas que decoran los vestíbulos del emblemático edificio del paseo de Gràcia

El proyecto La Pedrera inédita acaba de resolver uno de esos misterios, el del origen de las pinturas que decoran los vestíbulos del emblemático edificio del paseo de Gràcia. Los resultados de una investigación que la Fundació Catalunya La Pedrera hará públicos en breve confirman que los óleos sobre yeso repartidos por los dos vestíbulos (el del paseo de Gràcia y el de la calle Provença) son copias –en algunos casos bastante fieles al original, en otros, interpretaciones más libres– de piezas que forman parte de la colección de tapices del Patrimonio Nacional.

Los últimos estudios realizados por el doctor Carlos Alejandro Lupercio, que ya había profundizado previamente en la obra del artista simbolista Aleix Clapés, responsable de las pinturas del monumento barcelonés, han permitido identificar las escenas representadas y trazar esta curiosa conexión madrileña de la Pedrera.

Aunque estudiosos de la obra de Gaudí como Joan Bassegoda Nonell y Josep Maria Carandell ya habían cultivado la pista de la procedencia de las pinturas murales de la Pedrera, la inmersión de Carlos Alejandro Lupercio en la obra del pintor Clapés y en las interioridades de la Pedrera ha conseguido precisar la procedencia de las figuras que el propio Clapés y sus colaboradores (Iu Pascual, Xavier Nogués y Teresa Lostau, entre otros) plasmaron en los muros gaudinianos.

El recorrido de seres mitológicos como Vertumne o Telémaco desde los ambientes palaciegos de la capital de España hasta los vestíbulos y escaleras de la casa modernista resulta sorprendente. Al parecer, el propio Clapés, de acuerdo con los gustos del señor Milà, seleccionaba en Madrid algunos de los tapices de la rica colección del Patrimonio Nacional.

Una vez elegidos, adquiría, como si se tratara de las postales o pósters que se venden todavía hoy en las tiendas de los museos, los cartones que reproducían, en blanco y negro, esas obras originales fechadas entre los siglos XVI y XVIII. El artista trazaba después sobre ellos una cuadrícula numerada que utilizaba como pauta para copiar fragmento a fragmento las escenas de los tapices sobre las paredes de la Pedrera. Para ello utilizaba colores tiernos y la técnica del diaprado, muy empleada en el ámbito de la heráldica.

El vestíbulo de paseo de Gràcia se ilustra con los amores de Vertumne, dios de las estaciones, y Pomona, divinidad nínfica de los frutos y los jardines. Se trata de un episodio recreado por Ovidio en Las Metamorfosis: Vertumne asume diferentes formas (segador, campesino, podador, jardinero, soldado, pescador) en el intento de seducir a la esquiva Pomona, entregada en cuerpo y alma al cuidado de su vergel.

En muchos de los fragmentos murales, la pintura se adapta al espacio disponible, a la estructura arquitectónica de la Pedrera y a su mobiliario. Así, por ejemplo, la ubicación de la reja del ascensor y las ventanas del entresuelo, obligó al pintor a recortar las escenas que giran en torno al Vertumne podador.

La profetisa Cassandra y Telémaco, entre las escenas escogidas

Aleix Clapés suele aprovechar, asimismo, los recursos ornamentales presentes en los tapices, desde un sol hasta una águila, para adaptarlos a diferentes rincones de la Pedrera.

El vestíbulo de la calle Provença es objeto de una mayor libertad interpretativa por parte del pintor y su equipo de colaboradores. Especial interés tiene la decoración de la entrada de dicho vestíbulo, con imágenes de la profetisa Cassandra y los héroes de la guerra de Troya.

La investigación llevada a cabo ha revelado que la matriz de estas escenas corresponde a la obra del pintor rococó francés Jean-Baptiste Deshayes (1729-1765), representativo del decorativismo más excesivo del siglo XVIII. A partir de la documentación fotográfica existente de los primeros años de la Pedrera se sabe que la misma pintura formaba parte de la decoración interior, hoy desaparecida, del 1º-2, el piso que entre agosto de 1911 y agosto de 1918 fue la residencia del cónsul argentino Alberto I. Gache.

En esta fastuosa finca se encontraba, muy probablemente, otra obra reproducida en el vestíbulo de la calle Provença, la de El naufragio de Telémaco, copia de dos tapices confeccionados en España a partir de los cartones de Miguel Ángel Houasse (1680-1730), pintor de cámara de Felipe V. La hipótesis de la presencia de Telémaco en el “piso Gache” se sustenta en el testimonio del propio cónsul, que habló de la admiración que la tela Neptuno causa el naufragio a la nave de Ulises provocó a Rubén Darío en una de las visitas del poeta a su residencia gaudiniana.

La Pedrera inédita, un proyecto dirigido por Silvia Vilarroya, historiadora del arte y conservadora de la casa Milà, sigue aportando novedades al conocimiento de una de las obras más significativas de Gaudí. Los últimos hallazgos se han producido cuando justo había finalizado la identificación de las escenas de los dos vestíbulos y no hacen si no corroborar los resultados de esta investigación que, como la propia obra estudiada, recuerda en cierto modo la recomposición de un puzle en el que todas las piezas acaban encajando.

La observación del fotógrafo Pere Vivas, colaborador frecuente de la Fundació Catalunya la Pedrera, y la confirmación en un catálogo de tapices ha permitido averiguar que dos escenas de la parte del ascensor se corresponden con fragmentos del tapiz de La Fortuna, una obra del siglo XVI que se encuentra en el Palacio Real de la Granja de San Ildefonso.

El pintós Clapés utilizó como pauta copias de tapices de los siglos XVI y XVIII

 Ver: https://www.lavanguardia.com/local/barcelona/20170903/431024179915/conexion-madrilena-pedrera-gaudi-pinturas-tapices.html

 Ver también: https://pedrerainedita.lapedrera.com/sites/default/files/aleix_clapes_y_las_pinturas_murales_del_piso_gache_en_la_casa_mila.pdf












 
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LOS TAPICES PINTADOS

Iniciar su faceta como creador de tapices pintados fue uno de los grandes aciertos de Clapés. Algunos de ellos llegaron a formar parte de las mencionadas exposiciones de la Sala Ribas en 1904 y 1905. En la época, era una propuesta diferente para la decoración de interiores. Se eliminaba la distribución habitual de arrimaderos, empapelados, tapizados o pintados con puntillas y cenefas, y se creaban lienzos enteros, aunque pintados sobre tela. De hecho, no dejaba de ser un retorno al pasado, cuando en
los palacios y residencias nobles se ornaban los interiores con tapices elaborados y costosos, aunque al mismo tiempo Clapés innovaba al hacer evolucionar el concepto de pintura mural decorativa.
Su principal fuente de inspiración fueron los tapices renacentistas del Palacio Real de Madrid, muchos del cuales reproducían obras del pintor Rafael. Clapés tenía una nutrida colección de fotografías en blanco y negro que le servían de modelo. Se han localizado muy pocos de estos tapices pintados, aunque sí se han conservado algunos esbozos: telas de pequeño
formato, bien compuestas, de dibujo esquemático y con un uso muy cuidadoso del color, que remiten a la maestría de Claudio Lorenzale ymmuestran una gran habilidad y un gusto exquisito, características que no siempre proliferaban en la obra del artista.

 
 
"LOS MURALES Y LAS ALEGORÍAS

Antes de recibir los encargos de Güell, Clapés ya despuntaba como pintor muralista y de escenas mitológicas y alegorías. Fue una de sus especialidades más celebradas, aunque, aparte de las del Palau Güell, se han conservado muy pocas. Ni El peón —que compró León Trotski en 1920 según dice la familia—, ni El mendigo, ni tampoco la mayoría de las obras mencionadas en la prensa de la época han sobrevivido, las conocemos solo a través de fotografías o ilustraciones en revistas. Han sobrevivido, sin embargo, algunos esbozos localizados recientemente, y la obra más relevante de todas, Translación de los restos mortales de santa Eulalia de Santa María del Mar a la catedral de Barcelona, de la cual el artista también realizó un esbozo previo.

Esta obra, que se encuentra actualmente en el Salón de Actos del Hospital de Sant Pau, es la más grande que pintó Clapés. Mide 2,50 metros de alto por 6,80 de ancho, y fue uno de los últimos encargos que Güell le hizo, sobre 1902. El tema de esta obra es otro ejemplo de la mitomanía del mecenas, ya que existía la leyenda, o al menos así se hacía circular, que los restos de la patrona de Barcelona habían pasado por los terrenos de Güell en Pedralbes. Se desconoce el porqué, pero el enorme cuadro quedó en el taller del artista. Tras su muerte en 1920 mientras pintaba la decoración del Instituto Mental de la Santa Creu en Horta, el patronato de la institución compró el cuadro a su familia con la intención de ayudarles económicamente.

Ver: https://www.palauguell.cat/sites/palauguell.cat/files/fulls_de_sala_en_idiomes.pdf




























 

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