"La Quinta de los Molinos, situada en el distrito de San Blas y, por tanto, bastante alejada del bullicio del centro y también bastante camuflada, pues suele pasar desapercibida a quien transita a lo largo de la tapia que la delimita.
La Quinta tiene su origen en una de las múltiples fincas aristocráticas que se fueron construyendo en el extrarradio de Madrid a partir del siglo XVII, siendo propiedad, entre otros, del Conde de Torre Arias. Éste se la cedió en los años 20 al arquitecto alicantino César Cort, profesor de Urbanismo en la Escuela de Arquitectura, concejal del Ayuntamiento y amigo de Arturo Soria, que a cambio construyó para el Conde un palacete en el centro de Madrid. Corts desarrolló varias teorías sobre el tránsito de la ciudad al campo y en esta finca puso en práctica algunas de ellas.
Su idea fue crear un jardín de tipo mediterráneo, que siguió el estilo racionalista de la época y actualmente es el más grande y mejor conservado de ese período en Madrid, razón por la que ha sido incluido en el catálogo de Parques y Jardines Históricos del Ayuntamiento. En el centro, Corts construyó su residencia, un palacete también de estilo racionalista, que todavía hoy puede verse y en el que llama especialmente la atención la torre, formada por cuerpos cúbicos como si fuera una especie de pirámide y que servía como observatorio en las noches despejadas.
Especialmente recomendable es pasearse por el parque a finales de febrero para ver florecer sus almendros, un espectáculo que uno no esperaría encontrarse en medio de Madrid y que realmente merece la pena. Almendros y olivos son los grandes protagonistas, pero su riqueza vegetal va mucho más allá con mimosas, cerezos, abedules, cipreses o lilos, entre muchas otras especies, además de una preciosa rosaleda junto al palacio.
En esta zona está también la Casa del Reloj, construida como vivienda veraniega de la familia Corts, junto a la cual se encuentra uno de los dos molinos americanos que dan nombre al parque y que formaban parte de la infraestructura hidráulica construida para regar el jardín. Parte de ella es precisamente el depósito a presión en el que se almacenaba el agua de este molino.
Cerca de esta zona más urbanizada se encuentra también una peculiar
pista de tenis excavada en el terreno y con gradas laterales que
recuerdan a los teatros griegos, que se ha convertido en el lugar ideal
para que los niños jueguen y se diviertan. Y, aunque ya no esté en uso,
no podía faltar en un lugar así un invernadero, que conserva su armazón
de hierro pintado en blanco en perfecto estado.
La mejor manera de conocer este parque es, sin duda, perderse por él.
Andando entre la foresta os encontraréis con sorpresas, como algunas
grutas, y os daréis cuenta además de la importancia que tiene el agua en
todo este entorno, pues está salpicado de numerosas fuentes de nombres
evocadores, como la Fuente del Bambú o la Fuente del Palacio, además de
un pequeño estanque, dos albercas gemelas y un precioso lago en el que
merece pararse a disfrutar de la tranquilidad que se respira en todo el
parque.
Gracias a la cesión en 1980 de dos tercios de la propiedad -de unas
28 hectáreas- al Ayuntamiento de Madrid, ahora este sorprendente espacio
verde está abierto al público. Sin duda se trata de un lugar ideal para
ir a pasar una de las mañanas o tardes calurosas que se nos avecinan,
solos y cámara en mano, acaramelados en pareja o con toda la familia y
todos los ingredientes para un perfecto picnic ¡Ah! Y para los amantes
de los perros, está permitida la entrada con animales. Así que, ¿a qué
esperáis para descubrir este estupendo parque? ¡Qué lo disfrutéis!"
Ver: https://madridandyou.com/para-perderse-parque-quinta-de-los-molinos/
Calle Alcalá , 527-531
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