La posibilidad que el emplazamiento daba para ofrecer cuatro fachadas libres fue aprovechada por el arquitecto para realizar un interesante y cuidado ejercicio compositivo, explorando las licencias del pintoresquismo en la arquitectura, así como la libertad ecléctica del regionalismo. Esto se aprecia por partir en cada fachada de un esquema organizador común, que luego es sutilmente modificado por la introducción de distorsiones que ofrecen finalmente la deseada sensación de irregularidad que se pretendía para un entorno urbano abigarrado y comprometido.
Partiendo de la fachada principal, la simetría se concreta en la introducción de una monumental portada triunfal, construida en piedra, sobre la que se alza un orden apilastrado construido en ladrillo visto, que agrupa verticalmente los huecos de las dos plantas superiores, y que se continúa, tras atravesar la cornisa, en tres huecos rematados con una espadaña en la que se sitúa el reloj. La ruptura de este esquema simétrico se realiza a ambos lados: mientras que a la derecha se resuelve la esquina en curva, en un gesto de disimulada modernidad, a la izquierda ese dinamismo se rompe por la introducción de una torre, elevada un nivel más que el resto del edificio, que replica la histórica tradición de puestos de vigía de la ciudad.
Esta alteración se traslada al resto de fachadas: la que se abre hacia el mercado resulta ser la única simétrica, pero a costa de entregar su módulo extremo derecho al chaflán de la torre. En ella, dos rotundas parejas de pilastras vuelven a destacar, atravesando la línea de cornisa y rematándose con pequeños pedestales sobre la última planta. La fachada trasera incide en esta ruptura de la simetría, ya que la posición de las pilastras intermedias se vuelve excéntrica, y la planta ático, que vuelve en curva desde la derecha, se retranquea y desaparece a la izquierda de la fachada. A consecuencia de este retranqueo, la fachada se interrumpe a la altura de la cornisa. En el extremo izquierdo de la fachada trasera, el basamento del edificio se interrumpe con un arco, bajo el cual se sitúan las playas de carga y descarga, y que se repite en la fachada norte del edificio.
Tras franquear la escalinata del acceso principal, se accede a un vestíbulo de doble altura, en el que arranca la escalera central del edificio. A ambos lados de la escalera, se localizan los dos pasos que llevan al espacio central del edificio, patio de operaciones que se cubre con una espectacular montera."
Ver: https://arquitecturacontemporanea.org/cadiz/item/correos-y-telegrafos/
Plaza de las Flores
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