"La ermita de Nuestra Señora de Salas se halla aproximadamente a un kilómetro al sudeste de Huesca Goza de gran devoción entre los "huertanos" oscenses. Situada en medio de las huertas de la ciudad, de ahí su primitiva advocación a la "Virgen de las Huertas" variada con posterioridad hacia la denominación de la "Virgen forastera" procedente de Salas Altas.
Según el historiador Diego de Aynsa, citado por Durán Gudiol, "la iglesia románica del santuario de Salas tenía tres naves separadas por dieciséis columnas, con planta de 180 palmos de longitud y 85 de latitud (34 x 16 m) y el techo de madera pintada como se usaba en aquellos tiempos." (Durán Gudiol. Iglesia y Procesiones de Huesca. 1994). Es Monumento Nacional desde 1951. Se alza en el lugar llamado Almeriz. Fue reedificada a comienzos del S XIII a iniciativa de Doña Sancha, viuda de Alfonso II -primer rey de la Corona de Aragón- y completamente modificada en el S XVIII redecorandose en estilo barroco por José Sofí (1722) y siendo concluidas sus obras de reforma por don Martín de Gurrea, al que probablemente pertenezca el escudo heráldico que adorna su porche norte. Se estima su inicio hacia 1196 o 1200 y su conclusión hacia 1209 o 1210. El primer documento en que aparece citada corresponde a una donación de un campo de Almeriz por Pedro II. Mas tarde, en 1234, vuelve a aparecer en documento en que Jaime I le otorga privilegio de protección para los muchos peregrinos que allí acudían
En su origen fue iglesia de planta basilical de la que no queda sino la cabecera plana, el hastial de poniente con su suntuosa portada y óculo (con decoración moderna), el arranque de la torre y parte de algunos muros perimetrales. Hoy las dimensiones máximas son de 39 metros de larga por 23 de ancho, mas otros tres correspondientes a la galería adosada al norte.
Merece nuestra atención el templo por lo que resta de su estructura original así como por guardar a la Virgen románica de Salas a la que, Alfonso X "El Sabio" rey de León y Castilla (1252-1284) le dedicó nada menos que diecisiete de sus cantigas ( Las número 43, 44, 109, 114, 129, 161, 163, 164, 166, 167, 168, 171, 172, 173, 189 y 247); siendo la Virgen a la que más cantigas dedicó.
Aramendía transcribe la cantiga 164, que justifica su pálido color; en relación con un episodio de acusación a su prior de batir moneda falsa. Fue detenido por los soldados del infante Fernando abad de Montearagón cuando se había refugiado en su cementerio, : "La virgen dio entonces un gran grito que hizo temblar la Tierra, apartó de si a su Hijo y perdió el color y la hermosura. El infante abad, arrepentido de la violación del asilo sagrado, dio libertad al prior, y por consejo del obispo de Huesca, que le reprendió el hecho, entró en la iglesia con su gente, todos con dogales al cuello, para desagraviar a Santa María. La imagen, para demostrar que les perdonaba, acercó a si a su Hijo, pero nunca volvió a recobrar el color perdido"
Las muchas reformas y añadidos hacen realmente difícil rastrear la forma original. Seguramente habría un primer templo del que no tenemos noticia puesto que las citas hablan de que doña Sancha "reedificó", dando por supuesto que había ya templo
A juzgar por las dimensiones de su cabecera plana y por el hastial de poniente, el templo fue de unos volúmenes más que considerables. Sigue el estilo del momento tardío en que se edifica, y así entendemos la coincidencia en la decoración de su portada oeste con la de otras coetáneas como la de la catedral de Lérida, Valencia, Foces, o la expoliada de El Tormillo y trasladada a San Martín en Lérida. Estilo Lemosino, puntillista, muy típico y fácil de reconocer en cuanto se ha visto una de ellas.
En la cabecera plana vemos cuatro grandes vanos aspillerados muy alargados. El situado más al sur, cortado en su porción alta. Centrado con ellos, en altura, hay un "hueco", que no es sino la parte baja de un enorme ventanal que hubo, decorado con cuatro arquivoltas, del que solo quedan sus columnas acodilladas y las basas. Debió de lucir a modo de réplica de la portada en lo alto de la cabecera de la nave central, colaborando con el óculo occidental a su iluminación. En el ángulo sudeste hallamos una segunda portada de dos arquivoltas, mucho más modesta que la de poniente.
Aparte de numerosas marcas de cantería, al igual que en los muros laterales y en sus contrafuertes atestiguando su antigüedad, hallamos abundantes señales de impactos de balas y proyectiles explosivos, recuerdo de la Guerra Civil.
Al lado norte
del templo se adosó en fecha tardía, probablemente hacia el
XVI un porche a base de diez arcos de medio
punto (tres consecutivos de los cuales son abiertos, a modo de entradas) apeados
en columnillas de sección poligonal alzadas sobre murete de media altura.
Una de ellas, hacia la mitad, luce escudo heráldico con dos lobos pasantes
en un cuartel y nueve bezantes en el otro, probablemente de don Martín
de Gurrea que acabó las obras del templo.
En el muro norte, al abrigo del citado porche hallamos otra portadita, cegada, de las del tipo "civil" y tras ella tres vanos aspillerados y tresbolillados, que en principio desconciertan y que no son sino los correspondientes al arranque de la torre. Los dos inferiores abren en una sala abovedada que veremos más adelante y en superior, a otra situada sobre ella, en el acceso hacia tramos superiores de la torre. El tramo bajo de la torre y el situado por encima, hasta la imposta bajo los vanos dobles, son originales. No podría asegurar lo mismo de la porción superior de la misma, edificada al modo de lo hecho en Las Miguelas, por cuanto que se advierte con claridad una diferencia en los sillares utilizados para su conclusión.
Ver texto completo y fotos de este magnífico artículo en: http://www.romanicoaragones.com/3-Somontano/990393-HU-Salas.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario