"Antoni Gaudí
Antoni
Gaudí no era, ni mucho menos, el genio aislado e incomprendido que gran
parte de su bibliografía nos ha dado a entender. Al contrario: su obra
se desarrolló dentro de estrategias políticas e ideológicas bien
concretas. Esto no quiere decir que Gaudí fuera un ideólogo, ni que su
obra haya sido directamente determinada por los intereses de sus
clientes, la alta burguesía y la Iglesia.
En realidad, la particular manera de Gaudí de entender su trabajo
le enfrentó muy a menudo con esos clientes y con la sociedad en la que
vivía. Más aún, la obra de Gaudí constituye el momento más alto de la
producción artística e intelectual de la Cataluña de su época. Si hoy
nos resultan cotidianas figuras como la de Eusebi Güell, es
fundamentalmente gracias a las obras que Gaudí realizó para él.
Barcelona, su imagen y su carácter mantienen una relación de
dependencia extraordinaria, absoluta, con la obra de Gaudí. ¿Qué sería,
para bien o para mal, de esta ciudad sin esos edificios delirantes que
él construyó y que constituyen su mina de tesoros más profunda e
inagotable?
La importancia de Gaudí sobre su época no proviene, pues, ni de su
supuesto aislamiento genial ni de ningún tipo de inexplicable locura.
Proviene de la capacidad que él tuvo para concentrar esa época en sus
edificios, para contraerla entera en su complejísima obra.
La obra de Gaudí ha trascendido, con mucho, al tiempo en el que él
vivió, aquellos años turbulentos entre dos siglos. Si lo ha hecho es
porque él supo, como nadie, interpretar su tiempo y proponerle las
imágenes más fuertes. Por eso perdura. Así que se podrá continuar
hablando de Gaudí en términos excesivamente elogiosos, formalistas,
folklóricos o esotéricos, pero todos ellos son términos útiles para
olvidarlo, para hacer de él ese cómodo y gigantesco “icono” turístico en
que se está convirtiendo cada vez más, sin remedio.
Pero, si queremos comprender su obra en toda su profunda
intensidad, no podemos dejar de lado su tiempo. Tenemos que reconocer el
modo en que sus edificios participan de las estrategias políticas e
ideológicas de su época, es decir, con los deseos y las necesidades de
sus poderosos clientes.
La arquitectura de Gaudí no es formalista, sino simbólica. No es
una arquitectura encerrada en sus propias ideas, sino, al contrario,
absolutamente comprometida con la vida de una Barcelona desgarrada por
la lucha de clases.
Y él no es un místico ausente del mundo, sino un personaje
político, presente como pocos en la escena de esa lucha. O, dicho
literalmente, Gaudí es el constructor de los escenarios simbólicos más
importantes de esa lucha de clases, de su arquitectura."
Ver: https://www.museunacional.cat/es/gaudi
"Años de formación de Gaudí
Uno
de los mitos que rodean a Gaudí es que aprendió todo lo que supo
gracias a una especie de ciencia infusa, mirando con ojos de niño la
naturaleza. O que heredó las cualidades morales y materiales del trabajo
artesanal, a través de las generaciones de caldereros que se habían
sucedido en su familia. Nada más lejos de la realidad: Gaudí se formó
intelectualmente en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, recién
inaugurada. Una escuela optimista en todos los sentidos, que quiere dar
respuesta a las necesidades materiales y simbólicas de una ciudad en
gran expansión y, al mismo tiempo, de una burguesía que busca expresarse
con un lenguaje propio, moderno y cosmopolita. Durante los años en que
cursó la carrera, y tal como puede verse en sus proyectos estudiantiles,
Gaudí participó activa y conscientemente de las polémicas intelectuales
del momento. Conoció críticamente las obras de los teóricos y
arquitectos europeos más influyentes, como Viollet-le-Duc, John Ruskin o
los modernos reformadores británicos del diseño. También dispuso del
extraordinario fondo bibliográfico y fotográfico que la Escuela había
adquirido desde su fundación y que ponía a disposición de sus
estudiantes."
Muy interesante.
ResponderEliminarEs interesante lo que dice que se formó en la recientemente creada Escuela de Arquitectura, pero olvida que Gaudí tenía muchos conocimientos de los diferentes oficios artesanos: desde la escultura hasta prácticamente el papel maché, lo que le dió mucha más imaginación en las soluciones que adoptaría para sus obras, dejándolo muy por delante de sus contemporáneos (y varios de los que podrían ser sus sucesores). Sabía de carpintería, escultura, pintura, fundición, tanto de metales como de vidrio, forja, etc... Todo eso posibilitó su forma tan particular de crear formas, las que no sólo se hacían sobre plano, sino también en maquetas con las técnicas artesanas correctas.
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