"También se puede contemplar el telón para el ballet "Mercure" (1924) de Picasso, que causó una gran impresión en Miró y le confirmó el rumbo que acababa de tomar en su pintura, centrada en la linealidad del dibujo con recursos plásticos mínimos como en "Pintura (El catalán)" (1925) o en su "Retrato de una bailarina" (1928).
Según Teresa Montaner, "Picasso llevó la pintura al límite, se cuestionó la condición del arte pero siempre revisando los clásicos", como en "La niña (Cabeza)" (1929) o en "Las Meninas" (1957), y "Miró, en cambio, lleva la pintura al límite fijándose en las fuentes originarias, en la antigüedad, si bien también se inspira en los maestros flamencos del siglo XVII y en la obra de Rafael "La Fornarina", que versionó a su manera en 1929."
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