"La Abadía de San Víctor de Marsella (del francés: Abbaye de Saint-Victor de Marseille) fue una abadía francesa fundada en el siglo V por Saint Jean-Cassien. Se edificó cerca de las tumbas de los mártires de Marsella
entre los que se encontraba San Víctor de Marsella (303 o 304) que le
dio nombre a la abadía. Desde hace más de 1700 años es uno de los
lugares más importantes del catolicismo situado en el sur de Francia y aunque el monasterio se disolvió durante la Revolución francesa, la iglesia aún se utiliza.
La abadía tomó importancia considerable alrededor del milenio a través de su influencia en toda la Provenza. Uno de los abades, Guillaume de Grimoard, fue elegido papa en 1362 bajo el nombre de Urbano V. A partir del siglo XV, la abadía empezó un declive irreversible.
En 1968, el alcalde de Marsella, Gaston Defferre, hizo emplazar en las criptas de la abadía la rica colección de sarcófagos del siglo IV hasta principios del siglo V que contenía la iglesia. Estos sarcófagos fueron previamente expuestos en el museo del castillo
Borély. Esta transferencia hizo de la abadía de San Víctor el museo de
arte del primer milenio cristiano más importante de Provenza después del
de Arlés.
Historia de la abadía
Necrópolis griega y romana
La iglesia abacial fue construida en el sitio de una antigua cantera utilizada en el período helenístico.
La galería abierta fue utilizada por su gran profundidad para los
cimientos de la actual capilla de San Andrés, ubicada en la cripta de la
abadía realizada, bajo la torre de Isarn, donde se encuentra la entrada
actual. Este emplazamiento se utiliza en la época griega y romana como lugar de
sepulturas en un área lo suficientemente grande como para convertirse
en el tercer lugar de enterramiento de la ciudad en el lado sur de Puerto Viejo.El nombre de la calle Sainte conserva el recuerdo de ese lugar. Varios sitios han sido descubiertos no sólo en y alrededor de la
abadía, sino también en sus proximidades, donde las tumbas fueron
encontradas en la ejecución del plan de aguas y de la estación del túnel
Prado-Carénage-
Primeros asentamientos cristianos
En este lugar, ocupado por la gran necrópolis, se estableció una fundación paleocristiana para recibir los cuerpos de los mártires.
A partir de Gregorio de Tours, los inicios de la misión cristiana en la Galia se remontan a la mitad del siglo III. El trabajo más reciente de los historiadores confirma la presencia de los cristianos a partir del siglo IV en Marsella, y considera las citaciones que hacen otros historiadores sobre la llegada de María Magdalena, de Lázaro o los mártires en el primer y segundo siglo, como posibles leyendas.
El depósito lapidario que ocupa la antigua sacristía de la cripta de Saint-Victor tiene una losa de mármol encontrada en 1839, sobre la que hay una famosa inscripción, incompleta en ambos lados.
Éste ha sido un tema de controversia durante muchos años, ya que puede,
según la interpretación, demostrar la antigüedad del martirologio marsellés.
Dos hipótesis han sido consideradas para la restitución del texto
que falta. Para algunos, sería una inscripción que recuerda el martirio
cristiano de Volusiano y Fortunato que perecieron por el fuego durante
la persecución de Decio a mediados del siglo III. El símbolo del ancla encontrado fue uno de los adoptados por los cristianos, y el idioma utilizado no permiten ninguna duda. Para otros historiadores más recientes, sería simplemente una
inscripción que conmemora la memoria de dos marineros víctimas de un
naufragio.
En el cementerio paleocristiano podría haber sido enterrado San Víctor. Este personaje, tan famoso como mal conocido, era un oficial cristiano que falleció alrededor del 290 por orden del emperador Maximiano. Algunos proponen la fecha de su martirio el 21 de julio del 303 o 304.
Primeras construcciones del siglo V
La iglesia fue estructurada a principios del siglo IV como lo demuestra la presencia de un obispo de Marsella, Oresius, en el Concilio de Arlés del 314. Uno de sus sucesores, Próculo
(380-430) construyó un edificio constituido por la actual capilla de
Nuestra Señora de la Confesión y que se transformó en el siglo XI
en cripta para la construcción de la iglesia abacial. El eje general de
este edificio es de norte a sur, pues perpendicularmente está en
orientación este-oeste de la iglesia superior actual. Michel Fixot ha
propuesto una restitución de este monumento cristiano primitivo. Próculo quiso afirmar el papel de liderazgo de Marsella sobre Arlés, principal plaza religiosa en la comuna de Vienne del Ducado de Borgoña.
Esta rivalidad religiosa y política entre Marsella y Arlés marcó la
historia de San Víctor en la integración de la Provenza, en el reino de
Francia durante el siglo XV, a la muerte de el rey Renato.
Según la tradición, el monasterio fue fundado por Juan Casiano quien después de una larga estancia con los monjes anacoretas de Egipto,
desembarcó en Marsella, el 416, conducido probablemente por Lázaro,
obispo de Aix que se habrían encontrado el año anterior en Palestina en el concilio de Diospolis.
Casiano se quedó en Marsella hasta su muerte, entre el 433 y 435.
Consiguió discípulos y escribió obras importantes que sirvieron como
norma de vida y de reflexión para los aspirantes al monacato. Como las Instructions cénobitiques ou les conférences des pères, sus obras tienen un reconocimiento muy alto y fueron recomendadas por San Benito a sus discípulos.
Si no fue el creador de los monasterios en Galia, (ya que Honorato de Arlés fundó, antes, la abadía de Lerins cerca del 410 o San Martín de Tours en el norte, la abadía de Saint-Martin Ligugé, cerca de Poitiers (361) o la abadía de Marmoutier, cerca de Tours en 372), es sin embargo la de San Víctor, la primera abadía fundada en zona urbana.
Habría fundado también dos monasterios en Marsella, uno para
mujeres, la Abadía de Saint-Sauveur, que se encuentra al sur de la Plaza
de Lenche, y otra para hombres al sur del viejo puerto, la Abadía San
Víctor. Para algunos historiadores, se desconoce la ubicación exacta de estos monasterios.13 Estas instalaciones son posibles pero no están probadas, pero es cierta la construcción en San Víctor de un edificio de peregrinación.
Por estar en lugares urbanos y por su visibilidad, las obras se
realizaron con rapidez y gran prestigio, contribuyendo a la reputación
de la vida espiritual de Marsella en el siglo V. Las posiciones doctrinales, inspiradas en el semipelagianismo, han ayudado a crear una verdadera escuela de padres de Marsella y generar numerosos debates teológicos.
La riqueza espiritual de la ciudad, el impacto de sus deliberaciones
después de las discusiones planteadas por Casiano, traen las doctrinas
de Salviano de Marsella; todo esto sucede en el corazón de una ciudad que sigue creciendo en el tiempo de los bárbaros a lo largo de todo el siglo VI.
Después de este período brillante, la Iglesia de Marsella entró en una etapa de turbulencia. Durante dos tercios del siglo VI, no se pueden citar nombres de ningún obispo.Después del obispo Pierre, nombrado a principios del siglo VII,
no hay ningún nombre durante un siglo y medio. Esta es la prueba de un
desorden generalizado que afectó a la Abadía de San Víctor.
Por otra parte, durante el siglo VII y hasta mediados del siglo X,
el monasterio de San Víctor no tuvo vida propia y por tanto historia.
El obispo de Marsella se estableció en San Víctor, y el abad ya no era
necesario. La abadía ya no tenía bienes en propiedad y se fusionó a la
iglesia episcopal de Marsella cuyos prelados la regentaron.
Con el siglo VIII, se entra en un período de movimiento; en el 736, Carlos Martel tomó la ciudad de Marsella, donde algunos francos se habían aliado con los sarracenos para salvar su autonomía. Durante la época carolingia, la abadía de San Víctor debió de tomar
mejor rumbo. Si hubiera estado situada al norte del Loira, se habría
convertido en un centro de humanismo, pero las regiones mediterráneas
que durante tanto tiempo llevaron la antorcha de la cultura antigua,
experimentaron un declive irreversible en ese momento.
En el año 838, una flota de sarracenos probablemente provenientes de España
saquearon la ciudad y tomaron en cautividad sacerdotes y monjas. El
monasterio de San Víctor fue destruido. En el 848, fueron los piratas
griegos quienes devastaron la ciudad. Después de este período, sólo el
pequeño castillo fortificado llamado Baboni situado en la plaza de la
Tourette constituyó un abrigo eficaz. En el 923 los sarracenos,
desembarcados en el macizo des Maures, no pudieron apoderarse de la
ciudadela, pero de nuevo devastaron la abadía de San Víctor. El obispo
de Marsella, dejó la ciudad para buscar refugio en Arlés.
Este largo periodo de destrucción y abandono de los monasterios terminó cuando Guillermo I de Provenza, conde de Provenza y Arlés, apodado el "Libertador" rechazó definitivamente a los sarracenos de La Garde-Freinet en el 972 y la paz retornó a la Provenza.
Desde al año 750 y hasta el año 960 San Víctor fue la residencia de los obispos de Marsella. Carlomagno hizo una donación (confirmada por Ludovico Pío y por su hijo Lotario I)
a la abadía por medio de la cual obtenía el derecho sobre la sal y
otras mercancías, así como los derechos de aduana y de anclaje de todos
los navíos que llegaran al puerto de Marsella. Garantizada la pujanza de
la Abadía por esta protección, Lotario asumió el control imperial de
las regiones del Sur de Francia. Hacia finales del siglo IX – principios del siglo X,
la potencia de la abadía benedictina de San Víctor de Marsella se vio
gravemente mermada a causa de las incursiones bárbaras que la llevaron a
la ruina. Honorato II, a cargo del episcopado de la ciudad en 948,
pariente del primer vizconde de Marsella, reconstruyó la abadía y
restableció la vida monástica. La fecha de la carta del obispo de
Marsella Honorato, introduciendo la regla de San Benito en la abadía de San Víctor ha sido objeto de una larga controversia. Para el padre Paul Amargier,
la fecha de referencia es el 31 de octubre de 977. Esta regla requiere
el establecimiento de “libertas” sobre todos los niveles, tanto
jurídicos como económicos; además, en 1005 antes de renunciar a su cargo
y de transmitírselo a su sobrino Pons I, Honorato separó las mensas
episcopales de las abaciales. Los monjes entonces eligieron a Guifred como abad, que anteriormente
había sido responsable de la comunidad de la abadía de Psalmodie, en Gard.
San Víctor, el poder provenzal
El apogeo del monasterio (1005-1150)
Esta
instalación de benedictinos inauguró un periodo brillante para San
Víctor, entraron hombres notables como los abades Guifred Wilfred
(1005-1020) e Isarn (1020-1047). Este último está estrechamente relacionado con Odilon, abad de Cluny: «estos dos iluminados del mundo formaron un solo corazón, una sola alma».
La fuerte influencia de la abadía se debió también a los vínculos
entre los abades de San Víctor con los vizcondes de Marsella y la
aristocracia de la Provenza, que promovió el crecimiento de su poder
temporal y de sus bienes patrimoniales. Durante este período, es cuando la abadía tuvo una profunda influencia
espiritual y cultural dentro de una Provenza en plena reorganización
política y religiosa, las posesiones territoriales de la abadía
crecieron considerablemente: en la diócesis de Marsella, 440 iglesias y conventos dependientes de San Víctor, en los siglos XI y XII. La abadía contaba con dependencias en las arquidiócesis de Aix-en-Provence, Fréjus-Toulon, Riez, Gap, Embrun y Vaison-la-Romaine. La abadía de San Víctor tenía también áreas de las diócesis de Auvergne (Saint-Flour, Mende Rodez), del Languedoc (Nîmes, Béziers, Agde, Narbona, Albi, Toulouse) y hasta el Bigorre. Se obtiene la posesión en Cerdeña, (Cáller, Sácer) y España, (Barcelona y Toledo)
En Marsella, toda la parte sur del Puerto Viejo
perteneció a los monjes, y en especial la zona sur-este hasta la actual
calle Beauvau, donde se encontraban las ricas salinas, que las
conservaron hasta que Francisco I, en el año 1518 las anexó para agrandar el arsenal de galeras. Recibieron el privilegio del agua a partir de Saint-Menet
hasta el mar, poco a poco ellos fueron creando a través de todo el
vizcondado, sesenta prioratos, convirtiéndose en uno de los principales
planificadores agrícolas de todo el sur de Provenza.
Más de sesenta monjes y veinte novicios vivían en la abadía, San Víctor
se convirtió en un gran centro espiritual y de formación.
La iglesia superior fue completamente reconstruida, y consagrada por el papa Benedicto IX el 15 de octubre de 1040, en un acto que ha sido objeto de numerosos estudios. Si bien este acto es literatura apócrifa,
Paul Amargier llega a la conclusión de que los escribas, los autores de
la falsificación, han utilizado el original, modificándolo para
fortalecer el papel de San Víctor, a expensas de Arlés, acordando la
concesión a la abadía del título «Secunda Roma»; la fecha de 1040 sigue
siendo válida para la consagración.
Durante la segunda mitad del siglo XI,
los abades de San Víctor fueron Pierre (1047-1060), Durand (1060-1065),
Bernard de Millau (1065-1079) y Richard Millau (1079-1106). Este último ya fue cardenal designado por el papa para suceder a su
hermano Bernard, constituyéndose en uno de los más activos de la reforma gregoriana y uno de los mejores auxiliares de los papas Gregorio VII y Urbano II.
San Víctor se benefició de una ventaja excepcional al ser relevada directamente por la Santa Sede y no por el obispo a través de una bula del papa León IX. Esta exención de la jurisdicción del obispo fue confirmada por los
papas siguientes, dando un mandato a la abadía para reformar muchos
monasterios antiguos. Cardenal en su elección del 1079, Richard de
Millau, se convierte en legado del papa Gregorio VII y es nombrado arzobispo de Narbona, aunque seguirá dirigiendo a la comunidad. Los abades de San Víctor se convirtieron en el siglo XI en los hombres más poderosos de la región. En 1073, fue Raymond, un monje de la abadía, quien fue nombrado obispo de Marsella.
De hecho, a pesar de que la bula
de León IX fue redactada con cierta vaguedad en cuanto al compromiso de
los abades, Bernard y Richard de Millau al servicio del papa Gregorio
VII fueron los que realmente marcaron la liberación de San Víctor
vis-à-vis de las estructuras políticas y eclesiásticas locales y su
conexión directa a Roma La realización del gran cartulario
de San Víctor en 1070-1080 sirve para conmemorar la culminación del
proceso por el cual la abadía rompió toda relación formal con el obispo
de Marsella y la familia de vizcondes, y se erigió en soberanía
monástica directamente sumisa al papa. Sin embargo, a la muerte de Gregorio VII, los monasterios reformados por San Víctor recuperaron su independencia.
Desde mediados del siglo XII, las dificultades surgieron cuando la Provenza se convirtió en un reto entre los condes de Toulouse y los reyes de Aragón.
Los ingresos de las iglesias y conventos fueron empeorando. La abadía
debió recurrir a préstamos y se encontró en el último cuarto del siglo XII con grandes deudas. Alrededor de 1182, el papa Lucio III
permitió las enajenaciones de la propiedad. El monasterio se vio
obligado a pedir fondos económicos a los prestamistas judíos que serían
indemnizados por el obispo de Frejus.
Otra dificultad surgió con la reivindicación de un poder
económico y político por parte de la burguesía, con la formación que
creó en 1188 la Cofradía del Espíritu Santo. Poco a poco se involucró en
los juegos de poder antiguamente reservados para el abad, el obispo y
el vizconde.
Con fecha 25 de junio de 1188, una bula pontificia prescribe una
mejor administración, pero la situación sigue deteriorándose y se
debilita la disciplina: la ausencia de vida en común, un voto de pobreza
que no se observa y la biblioteca saqueada.
Los papas Celestino III e Inocencio III
intentaron restaurar la disciplina en la abadía. De hecho, las
preocupaciones materiales superaban al celo religioso, los diferentes
abades reclamaron sus derechos precisando que necesitan dinero para la
construcción de los edificios de la abadía. Todavía dependían de ellos
toda la orilla sur del Viejo Puerto con las salinas y una zona
comprendida entre Saint-Michel (Marsella) y la colina de Notre-Dame de la Garde así como parte del valle de la Huveaune con sus canales y los molinos de viento.
La muerte en 1192 del vizconde de Marsella, Geoffrey Raymond III,
llamado Barral, que no tenía ningún heredero varón, produjo un
verdadero embrollo político-religioso. Barral dejó una sola hija,
Barrala, casada con Uc IV de Baux (o Hugo de Baux). Este último aportado
por el conde de Provenza, Alfonso II de Aragón, reivindicó el señorío de Marsella. Barral también tenía dos hermanos, los dos eclesiásticos Geoffrey IV, obispo de Béziers y Roncelin monje y después abad de San Víctor.
Los marselleses, temiendo probablemente que la casa de los Baux
no fuera muy favorable a Arlés, atacan en 1193 la abadía de San Víctor,
cometiendo todo tipo de daños y sacando al abad Roncelin para nombrarlo
vizconde de Marsella. Roncelin se casó con una mujer cuyo nombre
presenta dudas entre Audiarz o Alasacie. Esta situación no pareció en principio molestar a nadie, puesto que
Roncelin asistió a diversas reuniones como vizconde, pero rápidamente
esta situación se deterioró y en septiembre de 1209, el papa Inocencio III
excomulgó a Roncelin que se sometió en 1211, se divorció de su mujer y
regresó a la abadía el 22 de julio de 1212 donde recibió la totalidad
del patrimonio de la abadía.
En los años siguientes a la muerte de Roncelin ocurrida en 1215,
se reemprendieron los conflictos y la rebelión de la ciudad contra el
conde y el obispo, que se unieron a Raymond VI de Tolosa, conde de Toulouse,
sospechoso de complicidad del asesinato del legado papal en 1208. De
ello se deduce la excomunión de la ciudad en 1218 y la disolución de la
Cofradía del Espíritu Santo. Después de muchas vicisitudes, los
conflictos desaparecieron poco a poco, el obispo reconoció la existencia
de la ciudad en 1220, sus privilegios y derechos se vieron confirmados
por los dos soberanos rivales, Raymond VII de Toulouse y Raymond
Berenger IV, el nuevo conde de Provenza, en 1225. Por último, la abadía
realizó un acuerdo con el municipio, que reconoció sus derechos y obtuvo
una renta anual retroactiva por seis años. Desde entonces los tres
poderes fueron el municipio, el abad y el obispo. Pero durante todo el siglo XIII,
los conflictos se sucedieron, con la transferencia gradual a la
municipalidad de todos los derechos señoriales que había mantenido la
abadía.
En 1201 empezó la reconstrucción, de una nueva iglesia de la abadía
estaba bajo el liderazgo de Hugo de Glazinis, enterrado en 1250 «en el
templo que él construyó casi en su totalidad desde sus cimientos» así lo
afirma su epitafio y la crónica precisa de San Víctor. El altar de Notre Dame en la iglesia superior fue dedicado el 3 de mayo
de 1251. La construcción no se terminó hasta 1279, las construcciones
medievales se convirtieron en las criptas actuales, y se levantó la torre de Isarn
En 1214, un sacerdote de Marsella, Pierre, tuvo la idea de
construir sobre la colina llamada "La Garde", una capilla dedicada a la
Virgen María. En esta colina, perteneciente a la abadía de San Víctor,
Pierre le pidió permiso al abad para emprender los trabajos.El abad permitió cultivar viñas, plantar un jardín y construir una capilla que luego se convirtió en Notre-Dame de la Garde
Reordenamientos de Urbano V
Guillermo de Grimoard, abad de San Víctor en 1361, fue nombrado papa en 1362 bajo el nombre de Urbano V.
Ordenó la ampliación de la iglesia a Rastin, maestro albañil, que desde
el 9 de enero de 1363 comenzó con veintidós trabajadores para realizar
trabajos en la iglesia superior.29
San Víctor desempeñó un papel importante en el sistema de
fortificaciones de la ciudad de Marsella, la abadía tuvo y tiene un
aspecto defensivo: una torre construida en el transepto norte sirve como un calabozo y cuatro contrafuertes alrededor del ábside, tienen el papel de torreones. La parte superior de la mazmorra, con veintitrés campanas ha desaparecido. El coro se encontraba dentro de la bóveda con nervios ojivales del ábside central. Una capilla se añadió en la nave entre la torre norte y la torre del homenaje Isarn.
Probablemente el 11 de octubre de 1365, Urbano V vino a asegurarse de la correcta ejecución de los trabajos.
Marsella lo acogió suntuosamente y fue recibido en la iglesia de
Saint-Lazare por el obispo Guillaume Sudre. El papa, rodeado de sus
cardenales, pasó por el convento de los trinitarios, la plaza de Lenche,
la iglesia de Notre-Dame-des-Accoules, y a continuación, San Víctor.
Urbano V confirmó la liberación de la jurisdicción episcopal, San Víctor pasó a depender directamente del papa.
Urbano V murió el 19 de diciembre de 1370 en Aviñón. Primero fue enterrado en la catedral de Aviñón;
como había pedido que sus restos se llevaran a la abadía de San Víctor,
su ataúd fue conducido el 31 de mayo de 1372 hacia Marsella. La
ceremonia de entierro en San Víctor tuvo lugar el sábado 5 de junio de
1372, bajo la presidencia de su hermano, el cardenal Anglic de Grimoard.
Asistieron a la ceremonia muchos prelados y varios abades como Etienne
Aubert, abad de San Víctor. Fue inhumado en la tumba encargada por su
sucesor Gregorio XI al maestro picapedrero Jean Joglari. Se trataba de
un monumento de 7 metros de alto y de 3,7 metros de ancho donde fue
tallada la imagen del fallecido. Puede hacerse una idea de la forma de la tumba después de un diseño del fin del siglo XVIII
y del parecido con la tumba de Inocencio IV en el monasterio de
Villeneuve.lès-Avignon. La tumba de Urbano V está desaparecida. Se
pueden apreciar en la pared del coro los restos de las columnas y un pináculo roto, con una serie de arcos de piedra de trébol, que es todo lo que queda del monumento retirado al final del Antiguo Régimen. No se sabe si sus restos fueron dispersos o escondidos. La imagen del yacente de 1980, es un modelo de uno que estaba en el cenotafio de la antigua iglesia de Saint-Martial en Aviñón.El sarcófago que estaba cubierto con hierro y terciopelo no se encontró.
Decadencia y desaparición del monasterio
Siglos XV y XVI
Los
enriquecimientos debidos a Urbano V señalaron uno de los últimos
grandes períodos de la abadía, que sufrió, como el resto de la Provenza y
la ciudad, las devastaciones de la peste en 1348, añadidos después los
conflictos incesantes y los desastres múltiples de la guerra de los Cien Años. Sólo después de 1430 la vida renació progresivamente. A comienzos del siglo XV, la abadía dio asilo al antipapa Pedro de Luna Benedicto XIII de Aviñón que había tenido que huir de Aviñón antes de regresar a España. El antipapa se hospedó en dos ocasiones en la abadía de San Víctor
(1404 y 1407) que se convirtió, durante varios meses, en la verdadera
sede del tribunal pontifical. Estas estancias fueron muy gravosas para
la abadía.
El cardenal Jean de la Balue, que había sido encarcelado por orden de Luis XI en 1469 en el castillo de Loches, donde permaneció cerca de doce años, se refugió en abril de 1481 en la abadía.
A partir del siglo XVI,
los monjes infringieron la norma de su fundador San Benito. Los monjes
abandonaban el monasterio y preferían la ciudad donde se alojaban.
Además, se equipaban ricamente ya que a menudo eran ayudantes de la
nobleza provenzal. Con su indumentaria, se proponían manifestar su
pertenencia a esta nobleza, pero tal comportamiento fue un grave
incumplimiento a la norma monástica.
Desde el año 1570 hasta 1588, Jules de Medicis fue el abad de San
Víctor. Los historiadores sospechan que pudo haber robado la biblioteca
de la abadía, cuyas obras de teología y liturgia, como también de
derecho, historia, literatura antigua, medicina y ciencia eran conocidas
tras el inventario que se hizo de las mismas en el siglo XII.
Para explicar la desaparición de esta biblioteca hay que basarse en
Louis Antoine de Ruffi que escribía en 1696 «la mayoría de los
manuscritos de esta biblioteca se llevaron a Francia». El erudito J.A.B. Mortreuil supone que Julien de Médicis, abad de San Víctor, había ofrecido a su pariente la reina Catalina de Médicis, los manuscritos de su abadía. Esta hipótesis causó una violenta polémica entre Mortreuil y Agustín Fabre que suponía, sin ninguna prueba, que era Richelieu quien se había hecho cargo de la mayoría de los libros.
Durante la Santa Liga de París, bajo la dictadura de Charles de Casaulx, la abadía fue tomada por los hombres del duque de Saboya colocados bajo el mando de Méolhan, gobernador de Notre-Dame de la Garde; después fue reconquistada por los marselleses.
Secularización en el Gran siglo
Tras
la muerte de Charles de Casaulx, no se volvió a emprender ninguna
reforma en San Víctor. El 22 de septiembre de 1648, los concejales
escriben al cardenal Mazarino para hacerle saber que van a intervenir ante el papa para pedir la secularización de la abadía. El papa Inocencio X
se niega a conceder una bula de secularización y prefiere confiar la
suerte del monasterio marsellés a las congregaciones benedictinas de la Abadía de Saint-Maur, que se habían hecho cargo de los monasterios de Montmajour, Saint-Denis y Saint-Germain de Prés.
Al final del siglo XVII, Luis XIV
al enterarse de los desórdenes en la abadía aprobó con fecha 4 de abril
de 1662 un concordato firmado entre los benedictinos reformados de
Saint-Maur y los monjes de San Víctor.
Luis XIV promulgó un reglamento que revocó el concordato, sin embargo, a
pesar de sus promesas, una parte de los monjes prosiguieron su vida
disoluta.< En 1708, Vintimille del Luc, obispo de Marsella, constata que la
clausura del convento no existe ya y que los religiosos alquilaban casas
en la ciudad para frecuentarla asiduamente.
Durante la peste de Marsella de 1720, la actitud de los monjes,
contrariamente a la del conjunto del clero, no fue valiente. Sólo
supieron protegerse ellos mismos detrás las murallas de su monasterio,
cerrando cuidadosamente todos los vanos, y limitándose a enviar algunas
limosnas y a anunciar que rezaban para la salud común.
El 13 de julio de 1726, aunque el abad Jacques Gouyon de Matignon, antiguo obispo de Condoms era hostil al papa Benedicto XIII
creó en San Víctor una iglesia colegial donde el capítulo estaba
formado por un abad, un sacerdote, un tesorero y por dieciséis
canónigos. Con la secularización los monjes se convirtieron en
canónigos. El 17 de diciembre de 1739, el papa Clemente XII publicó una bula de secularización. En 1774, un decreto real, fundó un capítulo noble cuyos miembros debían ser provenzales y tener cuatro ascendientes nobles. A partir de esta fecha los canónigos ostentaron el título de
canónigo-conde de San Víctor. Una bula les autorizó a llevar, sólo fuera
del templo, un escapulario como único signo religioso.
El último abad de San Víctor fue el príncipe Louis François
Camille de Lorraine Lambesc, fallecido en 1787 y que no se sustituyó a
causa del estallido de la Revolución.
Desmantelamiento bajo la Revolución
La víspera de la Revolución,
la abadía de San Víctor estaba constituida por un extenso conjunto que
se articulaba en dos partes distintas con relación a la iglesia actual:
- En el sur se encontraba el claustro, un dormitorio, la sala
capitular y un edificio llamado el lavabo de los monjes abastecido por
un pozo. Estos edificios se extienden hasta el eje mediano de la avenida
actual de Córcega.
- En el norte se construyó un pequeño claustro y el palacio del abad.
Estas construcciones que corrían por la calle Sainte, ocupaban también
una parte de la plaza de San Víctor y el jardín de la plaza
Berthe-Albrech.
Las paredes exteriores de estas construcciones estaban reforzadas por
torres cuadradas con almenas. Los distintos aspectos de esta abadía nos
son conocidos por diversos planos y grabados, en particular, por los
dibujos de Joseph Marchand que realizó distintos bosquejos durante el período revolucionario.
Como muchas otras construcciones religiosas, a la abadía se la
decretó como Bien Nacional en 1791. Se pusieron ocho lotes en venta en
junio de 1793, pero ninguno encontró comprador. En julio de 1793, una
nueva adjudicación se lanzó sobre la base de once lotes. Así comenzó la
desmembración de la prestigiosa abadía con la destrucción del claustro. Pero un hecho más grave llegó con la firma por Barras, Fréron, Saliceti y Ricord,
con el decreto del 6 de enero de 1794, que preveía la destrucción de
las iglesias que servían de sede para las reuniones de los federalistas. Para la abadía de Sant Víctor, que era la sede de la sección número 20, se reactivó su destrucción.
En 1794 la abadía y las dos iglesias fueron despojadas de sus
tesoros, las reliquias fueron quemadas, y desaparecieron el oro y la
plata, los monjes se retiraron del monasterio que se convierte en un
depósito para la paja y el heno y llegó a ser utilizado como cárcel.
Según Joseph Marchant, si la iglesia se conservó fue gracias a la
protección de los propios presos. Joseph Marchant dejó suficientes
testimonios que demuestran que el claustro sirvió para albergar a los
soldados llamados Alóbroges.
Durante el año 1797, una calma relativa permitió pedir la
utilización de la antigua iglesia para celebrar el culto religioso; pero
el ejército recuperó el edificio con objeto de almacenar forrajes para
sus caballos.
En diciembre de 1802, el arzobispo reanudó la posesión de los lugares.
La decisión de restitución al culto de la iglesia de San Víctor se tomó
en la fecha del 14 de enero de 1803. Esta decisión se hizo efectiva el
19 de mayo de 1804 para la iglesia superior y en 1822 para las criptas.
Las destrucciones del claustro y el conjunto de los edificios,
comenzadas bajo la Revolución, continuaron hasta mediados del siglo XIX.
La calle Sainte se prolongó lo mismo que la de la Cordelería que toma
el nombre de avenida de Córcega. Se crearon algunas nuevas vías:
- la calle de la Abadía que bordea la envergadura meridional de la iglesia y requirió la destrucción del claustro.
- la calle del Comandante Lamy, conectando la calle Sainte y la
avenida de la Córcega, se trazó en el sitio del antiguo dormitorio.
Se construyeron algunos edificios entre la calle de la Abadía y la
avenida de Córcega donde se encuentra la casa parroquial construida en
1860. En las bodegas de esta última se encuentra el pozo que abastecía
de agua el lavabo de los monjes"
Ver: https://es.wikipedia.org/wiki/Abad%C3%ADa_de_San_V%C3%ADctor_(Marsella)
Fotos: Kike Cosano