Barcelona siempre ha sufrido problemas de espacio. Amontonada dentro de las sucesivas murallas, encajonada entre dos ríos, el mar y la sierra de Collserola, la especulación inmobiliaria se ha convertido uno de sus negocios más productivos. Esta situación ya se vivió en la Edad Media, cuando la falta de lugar provocó una forma arquitectónica todavía visible en la ciudad como son las voltas (bóvedas) y els arcs, (arcos) que, haciendo pasar la calle por debajo de los edificios, permitían ganar metros para los domicilios que se prolongaban por encima. Por ejemplo, en el Barrio Gótico está la Volta de Espolsasacs, bautizada así por la existencia de un convento de agustinos que, como penitencia, no lavaban nunca sus hábitos, sólo podían sacudirse por la ventana.
No muy lejos de allí, a la calle de la Boqueria se abren la Volta del Remei y la Volta de Santa Eulalia, antiguos accesos al Call Minor o d´en Sanauja, que tenía su epicentro en la desaparecida plaza de la Trinidad, delante de donde ahora está la iglesia de Sant Jaume, en la calle Ferran. La Volta del Remei conserva una torre medieval del siglo XIII, mientras que la Volta de Santa Eulalia pasa por debajo de otra casa medieval, reformada en el siglo XVIII y decorada con motivos farmacéuticos. En uno de sus portales están las marcas de lo que probablemente era una mezuzá, un utensilio de madera con oraciones escritas en papel que se pone en la puerta de todas las casas judías.
En el Raval también podemos encontrarnos con este modelo urbanístico, pensado para aprovechar al máximo el poco espacio disponible. Tenemos el callejón de las Cabras, que cruza el mercado de la Boquería y sale a la calle Hospital, sombrío y estrecho. La calle del Malnom o la de Picalquers, que según explica Joan Amades era conocido antiguamente como la Volta de los orines. Más moderno es el Arco del Teatro, la antigua calle d´en Trentaclaus, que pasa por debajo del Teatro Principal, con el minúsculo quiosco de bebidas La Cazalla.
Seguramente, el barrio con más alta presencia de arcos es la Ribera. Y más habría si no fuera por la apertura de la Via Laietana, que derrumbó callejones tan sugerentes como el de las Tres Voltas, Burgés, Glòria, Bon Déu o l’Arc de Sant Francesc. De los que han sobrevivido destaca la calle tripartito de la Bòria-Corders-Carders, donde seguramente se localiza la concentración de voltas más alta. Sus aceras acogen parajes tan singulares como la calle de San Onofre o la Volta d´en Colomines, que es la adulteración del apellido Coromines, que corresponde a una conocida saga medieval de consejeros de la ciudad. Así como las calles d´en Civader, Semolers, Candeles, Boquer o Sant Jacint. Hasta llegar a auténticas reliquias como la calle dels Cecs de Sant Cugat o el de Montanyans.
En la Ribera también se esconde la Volta de la Perdiu, esquina con Sany Pere mes Baix, llamada así porque antes alojaba puestos donde vendían menudos de cordero (perdiu, asadura o tripa). O el Arc dels Jueus, esquina con Portal Nou, que recibió este nombre porque rallí esidían los judíos conversos. Así como la calle de de Cremat Gran, también llamada calle de la Rata por un roedor de notables dimensiones que causó el pánico entre los asistentes a la procesión del Corpus. Y el Arc de Sant Vicent, bautizado en memoria de Sant Vicent Ferrer, que, según la leyenda, hizo uno de sus sermones cerca de aquí. El Born está repleto de arcadas, como la Volta dels Tamborets, la Volta d’en Bufanalla, la Volta d’en Dusai o el carrer de la Formatgeria. Una presencia que sigue delante de Santa María del Mar con el carrer de les Caputxes, pel carrer d’Argenteria amb els carrers de Grunyí, Gíriti y Brosolí. Y por las callejuelas de les Orgues y de les Trompetes, en la actual calle del Consolat de Mar, últimos vestigios de lo que fueron las famosas Voltas dels Encants. Una jugosa colección de paisajes y escenarios más propios de la ciudad medieval que de nuestra ajetreada metrópoli turística."
Ver: https://www.ara.cat/suplements/diumenge/Voltes-arcs_0_1657034291.html
Fotos hechas a las de la Exposición "La ciutat dels passatges. Abans de la Via Laietana"
Gracias por su contribución a: Alfred Puig
"Eren unes portes per permetre l'entrada de llum per reflexió. Per dins eren pintades de blanc."
"Eran unas puertas para permitir la entrada de luz por reflexión. Por dentro estaban pintadas de blanco."
Claus Torra
"Recollir la llum del cel i que per l'estretor del carrer quasi no entrava als baixos i primeres plantes"
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