lunes, 23 de diciembre de 2019

05/12/2019 Tifus en Barcelona. La gran epidemia del 14

"La gran epidemia del 14
Don Dinero puso contra las cuerdas a la ciudad: la avidez de las compañías de aguas causaron el catastrófico suceso
La Primera Guerra Mundial cosechaba víctimas a diario en las trincheras al tiempo que España, territorio neutral, lidiaba sus propias batallas 
‘La guerra es una enfermedad como el tifus’, sentenció Antoine de Saint-Exupery. El escritor no andaba errado: la Gran Guerra pasará a la historia como la primera en cifra de fallecidos en combate, superando a los muertos por enfermedades. Pero tamaña afirmación no andaba errada. Barcelona sería la muestra: España se había declarado neutral al conflicto pero ello no le libró de las epidemias que azotaron a su población durante aquel tumultuoso otoño de 1914.
Hubo un día en el que el tema de la guerra desapareció de las conversaciones familiares de los barceloneses y solo se hablaba del tifus.
Fueron aquellas fechas en las que Barcelona vio su población diezmada por la enfermedad. Las fiebres tifoideas, que se cobraban alrededor de cuatrocientas víctimas al año, eran endémicas en la ciudad. Pero aquella fatídica fecha se convirtió en la espoleta de la que sería la última epidemia más grave de nuestra historia contemporánea.
Pongámonos en situación: la Barcelona de aquella época era una urbe insalubre, sucia y anegada de basura. Las azoteas de los edificios albergaban palomares y ratas muertas. Como si de granjas se tratase, los ciudadanos alojaban también en sus terrazas jaulas de gallinas y conejos. En los patios criaban a los cerdos y las lecherías ubicadas en el núcleo urbano eran servidas por vacas aposentadas en establos contiguos, que eran parte también del paisaje ciudadano.
Una parte de la población vivía en condiciones muy deficientes. La Ley de Casas Baratas de 1911 había intentado resolver este problema, generalizado en todo el país. Pero fue un intento en vano.
El agua era un lujo tan necesario como inaccesible. Solo unos pocos gozaban del privilegio de acceder a su suministro local. También contados centros sanitarios y casas disfrutaban del mismo. El pueblo llano se veía obligado a acudir a fuentes, baños municipales y lavaderos.
Las instalaciones de conducción del agua se remontaban a la época romana: los pozos comunitarios que nutrían las fuentes urbanas provenían de los ríos Besòs y Llobregat, así como del canal de Montcada (Rec Comtal). En 1825 se había iniciado el proyecto de canalización de este canal hasta el Raval, precursor de otras canalizaciones. Tamaño proyecto había atraído a inversores de empresas extranjeras, que empezaron a construir las redes que habrían de suministrar a los particulares.
En 1909 el agua iniciaría su periplo municipal, con la oposición de propietarios de minas y de las compañías privadas que construían pozos y conducciones.
Cinco años después, Barcelona se sumiría en el caos como consecuencia de la competición por el servicio entre la empresa municipal Aguas de Montcada y la privada SGAB.
Una gran epidemia de tifus se abatiría sobre la población. La infecciosa y contagiosa enfermedad afectaría  a 25.000 ciudadanos aproximadamente, de los que fallecerían unos 2.036.
La señal de alarma partió del barrio de Sant Andreu, donde sus médicos serían los primeros en detectar el incremento de las fiebres en la población.
Paralelamente un abogado de la Societat General d’Aigües, Ramon Hurtado, había señalado en un mapa de la ciudad una cruz sobre el domicilio de cada fallecido por el tifus. Las cruces acumuladas en determinadas calles demostrarían que los muertos se concentraban en las viviendas que se abastecían de agua proveniente de Montcada: Barri Vell y Eixample hasta Consell de Cent y La Barceloneta.
Al tiempo, la prensa política y médica se hace eco de la magnitud de la epidemia, denunciando la ausencia de los análisis de control diarios del agua.
Ramon Turró director del Laboratorio Bacteriológico Municipal, denuncia a Aguas de Montcada como responsable del brote, lo que subleva al Colegio de Médicos. El veterinario, reconvertido en investigador científico de prestigio y haciendo gala de una consumada audacia, procede presuroso a pintar cruces rojas que señalen las fuentes contaminadas. 
Mientras, los avispados empresarios y laboratorios de la época se solazan vendiendo sus milagrosos remedios contra la enfermedad, y la sanidad pública lucha por imponerse al caos sin éxito.
Soliviantado, el pueblo barcelonés se lanza a las calles para manifestarse contra la inutilidad de las autoridades para controlar la mortal epidemia.
La protesta popular acabaría a tiros pero lograría que el 21 de noviembre se procediera al cierre de las aguas de Montcada. El día 28 el tifus se daría por vencido."

Ver: https://www.lavanguardia.com/hemeroteca/20141128/54420708270/barcelona-tifus-epidemias-1914-primera-guerra-mundial-agua-contaminacion-companias.html
Ver:  https://beteve.cat/historia/epidemia-tifus-barcelona-1914/

La epidemia propició la fundación de un hospital para infecciosos que acabaría siendo el Hospital del Mar
Exposición en el Hospital del Mar





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