"José Bedia es una figura clave en el resurgimiento del arte cubano de principios de la década de los ochenta. Fue sacerdote de palo antes de ser destinado a Angola como miembro del ejército cubano. El palo es una religión afrocubana que se remonta al pueblo bakongo y que fue llevada a Cuba por la población esclava. Los adeptos a esta práctica espiritual se distinguen por su creencia en los poderes naturales y su culto a los espíritus de sus antepasados. Su función como sacerdote se refleja en su práctica artística, especialmente en su forma de visualizar las tradiciones espirituales, rituales y creencias de los pueblos prehispánicos africanos y sudamericanos, cuyo impacto perdurable y colectivo llega hasta el presente. A lo largo de su carrera ha reflexionado sobre la religión, la mitología y la cultura del mestizaje, a la vez que desarrollaba su propia interpretación de las complejas relaciones entre los seres humanos, los seres más que humanos y el universo. Esta interpretación está fundamentada en su conocimiento de la cosmovisión, adquirido como parte de su sacerdocio. En la pintura de Bedia, una línea del horizonte divide dos universos. Esta línea es la kalunga, una palabra del kikongo que significa «umbral entre mundos». Por debajo de la kalunga, según el cosmograma Kongo, se encuentra el mundo en el que habitan los espíritus ancestrales. El mundo físico se sitúa por encima de la línea, donde, en esta obra, vemos un barco, una referencia tanto al comercio de esclavos atlántico de antaño como a los patrones migratorios modernos que persisten en el presente, ya que las personas migrantes cruzan océanos en peligrosos trayectos. Por desgracia, el espectro de la muerte se cierne sobre estos trayectos, como indica la calavera que también se cierne sobre la obra.
1995
Acrílico sobre lienzo
210 × 420 cm
Cortesía del Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (MEIAC)"
Ver otras entradas sobre el Monestir de Sant Cugat
No hay comentarios:
Publicar un comentario