El último edificio barroco de Barcelona habitado por la familia que lo construyó en el siglo XVIII cambia de manos y su mobiliario original se traslada a Sevilla
José Ángel Montañés
Barcelona
El palacio, protegido como Bien Cultural de Interés Local (BCIL) por el Ayuntamiento desde el año 2000, había vivido una enorme actividad en los últimos años. Inés Moxó propietaria del edificio junto a su hermano Francisco de Asís Moxó, III marqués de San Mori hasta su fallecimiento en marzo de 2016, se había empeñado en que así fuera. Entre 2011 y 2015 era accesible para todo aquel que se apuntara a las visitas organizadas que realizaba Casas Singulares, una empresa que abre al público algunas de las viviendas privadas más destacadas de la ciudad. Además, la privilegiada situación del palacio y su aspecto regio le había servicio para posicionarse como un lugar deseado para acoger eventos de todo tipo; desde bodas hasta celebraciones y presentaciones que ocupaban la planta baja y los lujosos salones del piso noble.
Desde el Ayuntamiento lo confirman. El edificio se ofreció tal y como obliga su inclusión en el catálogo del Patrimonio Histórico Artístico y Monumental, como BCIL, con nivel de catalogación B. Pero no una, sino en dos ocasiones: en diciembre de 2015 a cambio de pagar los 7.150.000 euros que ofrecía el comprador. “Comunicada esta posibilidad de adquisición al distrito declinó en abril de 2016 ejercer el derecho de compra preferente que le da el hecho por exceder las posibilidades económicas del distrito y desconocer su estado interior de conservación”, aseguran fuentes municipales.
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Según la ficha del palacio del Catálogo del Patrimonio de Barcelona, los propietarios del inmueble están obligados a mantener la fachada exterior y ante cualquier intervención “realizar una memoria histórica que justifique y documente las partes originales, defina las modificaciones posteriores y su integración en la propuesta solicitada”. También se especifica que están obligados al “mantenimiento de los elementos ornamentales y mobiliario originales”, por lo que estará por ver si la familia Moxó se ha saltado la ley municipal y se le puede pedir algún tipo de responsabilidad por llevarse los muebles a Sevilla.
“La venta es una mala noticia”, se lamenta la historiadora del arte Anna Vallugera del grupo de investigación Arquitectura y Ciudad. Programas Artísticos en Barcelona 1714-1808 (ACPA) de la Universidad de Barcelona que dirige la profesora Rosa Maria Subirana. La investigadora (que supo de la venta del palacio por este diario) prepara una ponencia para noviembre centrada en el palacio que presentará en Palermo, a partir de la documentación de la familia depositada desde hace años en el Arxiu Nacional de Cataluña.
“Antes, si llamabas a sus dueños podías verlo, ahora será más complicado y todo se convertirá en más opaco". No se sabe el destino último, pero estará cerca al de otros edificios de la época que han acabado convertidos en hoteles, sede corporativas o en tiendas de ropa como el Palacio Castells de Pons, en la plaza Cucurulla, o la vivienda de Erasme de Gònima en la calle del Carme. “Mientras los arreglan no saben muy bien que están haciendo. Luego si se cambian las estructuras, pagan las multas, pero ya se ha perdido para siempre. Ahora dependerá de lo que se quiera hacer y si se está dispuesto a cumplir la ley del patrimonio”, destaca la investigadora.
“Lo peor es que no es un caso aislado, pasa continuamente. Siempre se
ha dicho que en Barcelona no había barroco, pero no es cierto. Es
distinto, no es tan vistoso, como el francés o el italiano, pero es
nuestro barroco. Por otro lado, en nuestra ciudad en 20 o 30 años se
construyen más de 30 palacios, por lo que es una época de cambio y un
fenómeno que hay que estudiar. Pero es difícil porque no se le da valor y
nos cuesta acceder a ellos y a veces llegamos tarde. Esperemos que
ahora no pase”, remacha
‘Arriba y abajo’ a la barcelonesa
Las visitas que realizaba Casa Singulares al Palacio Moxó entre 2011 y
2015 permitía revivir, mejor que en ningún otro lugar de Barcelona, el
ambiente de señores y sirvientes que reflejaba la popular serie
británica Arriba y Abajo.Desde la planta baja
en la que estaban instaladas la zona de servicios, las cocinas, las
calderas y las caballerizas hasta la zona de la buhardilla en la que
dormía el servicio en pequeños habitáculos en los que parecía que se
había detenido el tiempo.
Entre medio, se visitaba el piso noble destinado más que a vivienda de los señores, a los actos sociales. Tras entrar, lo primero que llamaba la atención eran dos retablos y un escritorio del siglo XVI. De ahí se pasaba a una estancia en la que todo el mundo tenía que esperar a ser recibidos por los señores en la que destacan, además del mobiliario neoclásico, varios retratos como el de Francisca Güell, hija de Eusebi Güell, casada con Francisco Moxó y que pintó Aleix Clapés. En otro, se veía a Josefa Alonso-Martínez viuda del segundo marqués, Antonio Moxó y padres de Inés Moxó, la última inquilina del palacio. Junto a esta estancia, el salón San Mori, de 80 metros cuadrados, la principal del edificio en la que destacan las pinturas del techo de 1815 atribuidas al círculo de los Planella y un piano de cola Erard, comprado por Francisca Güell por recomendación de Arthur Rubinstein, además una decena de lámparas de cristal de Bacarrat, el mejor.
De aquí se pasaba a la Sala Montcortés con pinturas murales del siglo XIX además de un escritorio vitrina del XVIII. La visita continuaba por la capilla, el comedor y la biblioteca en la que podían verse cientos de libros religiosos y de arte, algún Quijote e incunables."
Ver: https://elpais.com/ccaa/2017/06/03/catalunya/1496505732_328264.html
Plaça de Sant Just, 4
Entre medio, se visitaba el piso noble destinado más que a vivienda de los señores, a los actos sociales. Tras entrar, lo primero que llamaba la atención eran dos retablos y un escritorio del siglo XVI. De ahí se pasaba a una estancia en la que todo el mundo tenía que esperar a ser recibidos por los señores en la que destacan, además del mobiliario neoclásico, varios retratos como el de Francisca Güell, hija de Eusebi Güell, casada con Francisco Moxó y que pintó Aleix Clapés. En otro, se veía a Josefa Alonso-Martínez viuda del segundo marqués, Antonio Moxó y padres de Inés Moxó, la última inquilina del palacio. Junto a esta estancia, el salón San Mori, de 80 metros cuadrados, la principal del edificio en la que destacan las pinturas del techo de 1815 atribuidas al círculo de los Planella y un piano de cola Erard, comprado por Francisca Güell por recomendación de Arthur Rubinstein, además una decena de lámparas de cristal de Bacarrat, el mejor.
De aquí se pasaba a la Sala Montcortés con pinturas murales del siglo XIX además de un escritorio vitrina del XVIII. La visita continuaba por la capilla, el comedor y la biblioteca en la que podían verse cientos de libros religiosos y de arte, algún Quijote e incunables."
Ver: https://elpais.com/ccaa/2017/06/03/catalunya/1496505732_328264.html
Plaça de Sant Just, 4
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