La
fundación del Monasterio de Piedra se relaciona con un doble marco
histórico: Es parte del fenómeno de las repoblaciones de la segunda
mitad del siglo XII y también es un brillante capítulo de la expansión
de los cistercienses por la Península Ibérica. En 1186, Alfonso II de Aragón y su esposa, Sancha de Castilla,
donaron a los monjes de Poblet el Castillo de Piedra (castrum Petrae)
con el objeto de fundar allí un monasterio cisterciense. Entre 1186 y
1194 los monjes de Poblet realizaron los preparativos necesarios y, el
10 de mayo de 1194, bendecidos por el abad Pedro Masanet, que gobernó Poblet entre 1190 y 1196, salieron del monasterio catalán 12 monjes, a la cabeza de los cuales se encontraba Gaufrido de Rocaberti,
I Abad de Piedra. Gaufrido debió ser hijo del vizconde Jofre, hermano
del vizconde Dalmau, pariente del arzobispo de Tarragona, Ramón de
Rocaberti, del obispo de Zaragoza, Rodrigo Rocaberti y del obispo de
Gerona, Pere Rocaberti. Sus poderosos parientes dieron protección e
impulso a la nueva fundación.
La intención inicial del I Abad era
establecer una comunidad filial de Poblet en algún lugar no
predeterminado de los territorios meridionales del Reino de Aragón. Hubo
tres ubicaciones diferentes antes de encontrar el emplazamiento
definitivo. A finales de 1194, se instalaron en Santa María de
Cilleruelos, muy cerca de Peralejos (Teruel). Allí empezaron a construir
un monasterio, que abandonaron y transformaron en un priorato,
manteniéndolo en uso hasta 1835. De él aún pueden visitarse en la
actualidad una ermita y escasos restos materiales de sus dependencias
priorales.
A caballo entre dos estilos: del Románico al Gótico
La
construcción del monasterio se realiza en los años de transición del
Románico al Gótico. El característico estilo arquitectónico de la Orden
está presente en el monasterio: Gótico Cisterciense, arquitectura sobria, austera, sencilla y luminosa.
En
mayo de 1195, Alfonso II ratificó la donación de Piedra a los monjes
cistercienses otorgándoles el dominio y jurisdicción completa sobre
estos territorios: el mero y mixto imperio, con la jurisdicción civil y
criminal, ejercida en nombre del rey. El pergamino con la donación se
conserva en el Archivo Histórico Nacional (Madrid) y en él se recoge la
obligación de los monjes a rezar una misa anual por el alma del monarca y
de sus parientes.
Entre 1195 y 1203 se documenta un problema
relacionado con la patrimonialidad de Piedra, que explica la
construcción y abandono del tercer monasterio, llamado de Piedra Vieja.
En la orilla del río Piedra existía un castillo que, en algún momento de
la década de 1120, fue donado a la familia Malavella. En 1200, Juan de
Malavella renunció a los derechos sucesorios que le podían corresponder
sobre el castillo de Piedra. A partir de entonces, los monjes
cistercienses quedaron como únicos dueños del coto redondo del señorío,
unos 30 km2, repartidos entre los actuales términos de Nuévalos, Ibdes y
Monterde.
Los monjes se establecieron en la orilla del río Piedra
en un monasterio provisional, llamado de Piedra Vieja, construido en
madera y adobe. El Monasterio de Piedra Nueva fue la cuarta y definitiva
ubicación de la Abadía. Los edificios empezaron a construirse en 1203.
En 1218 las obras estaban suficientemente avanzadas como para que los
monjes pudieran ocupar los edificios. El 16 de diciembre de 1218,
se hizo la ceremonia de traslación de la comunidad desde Piedra Vieja a
Piedra Nueva. La consagración de la Iglesia Abacial fue presidida por
el IV Abad de Piedra, Jimeno Martín, por el arzobispo de Tarragona,
Asprago de la Barca, que actuó en nombre de Jaime I, por el obispo de
Zaragoza, Sancho Ahones, y por el obispo de Albarracín, Domingo Ruíz de
Azagra, que había sido monje profeso en Piedra. En el sitio donde estuvo
Piedra Vieja los monjes construyeron una ermita, llamada de Santa María
de los Argalides, cuyos epígrafes constatan que fue reformada en 1755,
siendo abad Inocencio Pérez.
Testigo de excepción de la historia de España
En
la actualidad, la iglesia está en ruinas como consecuencia de los años
de abandono que, en el siglo XIX, sufrieron los edificios tras la Desamortización. Piedra conoció tres procesos desamortizadores.
En
plena guerra de la Independencia, un decreto de José I, de 1808, supuso
la supresión de la comunidad. Los monjes fueron expulsados en 1809 y el
ejército francés saqueó la abadía, transformada en hospital. En 1814,
terminada la guerra, Fernando VII permitió a los monjes que habían
sobrevivido recomponer la comunidad. En 1820, durante el trienio
liberal, el monasterio volvió a ser suprimido, sus bienes fueron
inventariados, nacionalizados y, algunos de ellos, subastados.
En
1823, después de la entrada de los 100.000 hijos de San Luis, la
comunidad volvió a restablecerse. En 1835, la reina regente María
Cristina, siendo Isabel II menor de edad, admitió la promulgación del
decreto de disolución de órdenes masculinas y la desamortización de
bienes eclesiásticos para, con las ventas, obtener los recursos
necesarios para financiar al ejército liberal que apoyaba a su hija
durante la I Guerra Carlista.
El decreto de Mendizábal de 1835
significó el fin definitivo de la comunidad de Piedra. Los bienes,
inventariados, fueron subastados en Ateca, Zaragoza y Madrid en las
décadas de 1840 y 1850. Los edificios conventuales fueron administrados
por funcionarios entre 1835 y 1843, fecha en la que fueron subastados y
adquiridos por D. Pablo Muntadas Campeny por 1.250.000 reales.
Fue en los años siguientes que Juan Federico Muntadas,
consolidado como propietario de Piedra, transformó la huerta en un
jardín paisajista y las dependencias conventuales en una instalación
hostelera e hidroterápica, a lo que añadió la construcción de una
piscifactoría que fue pionera en España, parte de cuyas instalaciones
son visitables aún hoy en el recorrido por el Parque.
Desde entonces hasta nuestros días, Piedra se ha convertido en un destino turístico
de primer orden. La adquisición de los edificios por la familia
Muntadas, la transformación del Monasterio en un Hotel y los nuevos usos
turísticos que se dieron a las dependencias frenaron su degradación y
lo han preservado en el estado actual. Catalogado como Monumento Nacional el 16 de febrero de 1983 (hoy en día, Bien de Interés Cultural,
en la categoría de Monumento), el Monasterio de Piedra es en la
actualidad uno de los parajes más espectaculares de Europa, siendo
además galardonado con la Medalla al Mérito Turístico por el Gobierno de Aragón en 2011."
Ver: https://monasteriopiedra.com/historia-del-monasterio/